Los doctores José Halabe, Karestan Koenen y Roberto Tapia.

Los trastornos neuropsiquiátricos afectan seriamente el desarrollo de la vida diaria de quienes los padecen. Escuela, trabajo y relaciones se ven perturbados con este tipo de enfermedades que representan el 25 por ciento de la carga total de padecimientos a nivel mundial, incluso por encima de los trastornos cardiovasculares y del cáncer.

Se calcula que aproximadamente el 36 por ciento de las personas de entre 20 y 30 años, con algún trastorno mental, se encuentran incapacitados por esta razón. A pesar de ello, todavía no se ha desarrollado suficientemente la investigación con miras a disminuir este flagelo, aseguró la doctora Karestan Koenen, profesora de Epidemiología Psiquiátrica de la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de Harvard, Estados Unidos de América.

En ello la Genómica juega un papel crucial, como una manera de poder entender las guías biológicas, interpretarlas y descubrir fármacos, ya que estas enfermedades tienen un alto porcentaje de heredabilidad. La esquizofrenia, por ejemplo, es heredable en un 80 por ciento, lo cual indica que la Genética es un área muy prometedora para la investigación.

La doctora Koenen dirige la Iniciativa Global de Genómica Neuropsiquiátrica del Centro Stanley de Investigación Psiquiátrica en el Instituto Broad, que busca tener fundamentos para lograr avances en el entendimiento de la fisiopatología para el desarrollo de mejores tratamientos.

Necesitamos fármacos mejores porque los actuales utilizan los mecanismos antiguos. Tenemos datos de que los blancos moleculares de los fármacos psiquiátricos son los mismos que los de la década de los sesenta del siglo pasado.

En 2017, el consorcio científico liderado por el doctor Patrick Sullivan logró determinar, en una muestra de 36 mil casos, 165 genes asociados a la esquizofrenia, lo cual representa un gran avance respecto a investigaciones anteriores, donde se analizaban muestras pequeñas, obteniendo casi resultados nulos.

Uno de los retos a los que se enfrentan los investigadores es tomar en cuenta la diversidad, puesto que las muestras son en su mayoría de población europea (81 por ciento), y este sesgo no permite estudiar si hay un riesgo poligénico; si en algún caso hay un riesgo genético más elevado o más bajo de alguna enfermedad o si hay un fármaco que actúa mejor en una u otra persona.

Adelantó que el Instituto Broad acaba de iniciar un proyecto en conjunto con el Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, cuyo propósito es mejorar la capacidad de investigación de Genética Neuropsiquiátrica en México.

Se ignoran los trastornos mentales

En nuestro país existe una prevalencia elevada de enfermedades mentales; el 26 por ciento de la población mexicana adulta reporta haber tenido alguna en 2017, aunque sólo el 6 por ciento de ella recibió tratamiento.

“El problema es que no todas las patologías mentales se tratan y eso es en todos los países del mundo”. Esto se debe en buena parte a que existe una percepción pública de que no se trata de enfermedades verdaderas, sin embargo, “el entendimiento científico puede modificar esta idea. Los trastornos neuropsiquiátricos son reales, aunque no se les pueda ver”, indicó la especialista.

La doctora Karestan Koenen impartió la conferencia “Carga Global de las enfermedades mentales: la revolución genómica y sus riesgos” en el marco del seminario “Salud digital: implicaciones para la práctica médica”, como parte de la alianza entre la Fundación Carlos Slim y la Facultad de Medicina de la UNAM.

Mariana Montiel