El nombre de “Frankenstein” ha sido recordado como el de un personaje de ficción creado a partir de fragmentos humanos. Sin embargo, en la novela original de Mary Shelley, aquel “monstruo” nunca tuvo un nombre, por lo que se le asocia al apellido de quien le da vida, el doctor Víctor Frankenstein.
La novela surgió de un reto entre los escritores románticos Lord Byron, John Polidori, Percy y Mary Shelley, quienes durante “el año sin verano” (1816), provocado por la erupción del volcán Tambora, decidieron ver quién escribía la mejor historia de terror. La más impactante fue la de Mary, de tan sólo 18 años.
La creación de Shelley fue inspirada en una teoría que estuvo en boga a finales del siglo XVIII y principios del XIX: la Galvanización, propuesta por el médico y físico italiano Luigi Galvani, quien aseguraba que el cerebro de los organismos producía electricidad, que era conducida por el sistema nervioso y depositada en los músculos para que éstos se movieran.
Galvani planteó esta hipótesis mientras disecaba una rana que colgaba de una vara de bronce. El contacto del bisturí provocó una pequeña descarga con la que se contrajo una de las patas del animal.
Posteriormente, otros científicos intentaron poner a prueba la teoría de la Galvanización en diferentes especies, incluyendo la humana; pensaban que así podrían entender el movimiento, curar enfermedades e, incluso, revivir a los muertos.
En 1918, fue publicado el libro Frankenstein o el moderno Prometeo, que hace alusión al titán griego que robó a los dioses el fuego divino.
En la novela, el doctor Víctor Frankenstein hurta “el fuego de la vida” para dárselo al ser que crea suturando cadáveres, y al que imagina será hermoso e inteligente, pero al ver su escabroso semblante, lo abandona a su suerte.
Frankenstein refleja al hombre del Romanticismo, que encuentra una bandera más allá de la razón renacentista: la libertad. El romántico no sigue leyes, toma riesgos y decisiones a pesar de la tragedia.
“El monstruo”, en tanto, encarna el móvil del Romanticismo: los sentimientos. Desde que es abandonado por el doctor Frankenstein, vaga en diferentes espacios, disfrutando la naturaleza y buscando compañía, sin embargo, aun con su buen corazón, es rechazado por su aspecto.
Harto del desprecio, busca al hombre que le dio la vida, pues sólo él puede crearle una compañera, pero ante el miedo de que existan más criaturas semejantes, rechaza su petición, dejándolo desolado y con un profundo sentimiento de venganza.
Esta obra, se convirtió en un ícono del terror, pero también ha sido entendida como una alegoría del pensamiento romántico, al subrayar que “la vida no existe sin amor”. Del mismo modo, ha cobrado importancia en la actualidad como una reflexión dentro del debate bioético, que increpa a los científicos

Mariana Montiel