La posible combinación de malos hábitos alimenticios, tabaquismo y alcoholismo con el uso de plaguicidas en la floricultura del estado de México ha propiciado el incremento de malformaciones de etiología multifactorial en recién nacidos, advirtió la doctora Julieta Castillo Cadena, científica del Centro de Investigación en Ciencias Médicas de la Universidad Autónoma del Estado de México.

La investigadora se dio a la tarea de registrar la tasa de nacimientos en dos hospitales, a fin de comparar las condiciones y comprobar la influencia del uso de plaguicidas y los daños causados al ADN.

Durante 18 meses de seguimiento, registró mil 149 recién nacidos en el Hospital de Zona de Tenancingo, municipio donde se utilizan plaguicidas para la floricultura, y 5 mil 069 nacimientos del Instituto Materno Infantil del Estado de México (IMIEM), ubicado en Toluca. De este modo, encontró que las malformaciones de etiología multifactorial ascendieron a 20 por ciento en Tenancingo, y a 6 por ciento en el IMIEM.

“Creemos que los plaguicidas están siendo un factor desencadenante de la carga génica que tienen los individuos de Tenancingo, pues hay una frecuencia de malformaciones congénitas de etiología multifactorial del 5.8 por ciento en el grupo no expuesto (Toluca) frente al 21.7 por ciento de los sí expuestos (Tenancingo).

En el Seminario Permanente de Salud en el Trabajo de la Facultad de Medicina de la UNAM, concluyó que las condiciones laborales de los floricultores ocasionan daños inmunotóxicos, genotóxicos y reproductivos, por lo que el establecimiento de recomendaciones como separar la ropa de los trabajadores del resto de la familia podría ser importante para evitar daños genéticos, pues en el 50 por ciento de los floricultores se identificó al menos un residuo de plaguicidas y en todos se encontró al menos un compuesto empleado en la formulación de los mismos.

Lili Wences