El 17 de mayo se celebra el Día Mundial de la Hipertensión, principal causa de muerte realcionada con enfermedades cardiovasculares.

Hipertensión proviene del griego antiguo hyper, sobre y del latín tensio, tensión. Descrita desde el año 2600 aC como “la enfermedad del pulso duro”, era tratada, sin tanta eficacia, con acupuntura, flebotomías o el sangrado provocado por sanguijuelas.

El corazón mantiene ciertos grados de presión para distribuir la sangre hacia los órganos; al incremento constante de la presión por encima de los niveles normales se le conoce como hipertensión arterial.

“Puede decirse que se trata de una enfermedad multifactorial, asociada a la carga genética, malos hábitos alimenticios, al sedentarismo, al entorno y al excesivo consumo de alcohol y de sal. “Sólo 5 por ciento de los pacientes la desarrolla como consecuencia de enfermedades renales o tumores”, explicó el doctor Álvaro Contreras Villaseñor, profesor de Cardiología de la Facultad de Medicina de la UNAM.

La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias, la cual está relacionada con la elasticidad de las mismas, la fuerza del corazón, la frecuencia cardiaca y la cantidad de hormonas liberadas por las glándulas suprarrenales y el cerebro. “Lo normal es que la presión sistólica -valor máximo- se encuentre a menos de 130 milímetros de mercurio (mmHg) y la diastólica -valor mínimo- a menos de 90 mmHg”, indicó el especialista.

Actualmente, la hipertensión se clasifica en dos niveles: en el primero, la presión sistólica se encuentra entre 130-139 mmHg y la diastólica entre 80-89 mmHg; en el segundo, las cifras son mayores a 140/90 mmHg. Cuando la presión sistólica se eleva a más de 180 mmHg  y alguno de los órganos sufre alteraciones, los pacientes requieren de atención urgente y son catalogados con crisis hipertensiva.

“El diagnóstico de un paciente hipertenso se establece tomando la presión en repetidas ocasiones, en las cuales las mediciones sean superiores a 130/80 mmHg”, dijo el doctor Contreras Villaseñor, tras destacar que la población mexicana no tiene una cultura preventiva.

“Toda persona mayor de 18 años debe acudir con el médico cada seis meses o en su defecto, una vez al año. Lamentablemente no tenemos la costumbre de ir a consulta si nos sentimos bien; no obstante, debemos recordar que la hipertensión habitualmente es asintomática, por lo que es conocida como ‘el asesino silencioso’”.

En etapas tempranas, el padecimiento puede detectarse con un adecuado diagnóstico por parte del médico general. “Hace falta ahondar en la prevención y encontrar al paciente que se encuentra en riesgo de desarrollarla”.

Cabe destacar que sólo uno de cada tres pacientes portadores de la enfermedad sabe que es hipertenso y que sòlo uno de cada cinco se trata adecuadamente, por lo que es importante automonitorear la presión, realizar actividad física, así como tener una dieta balanceada con cantidades bajas de alcohol, sal, carnes rojas y alimentos ricos en grasas.

El doctor Contreras Villaseñor explicó que no existe evidencia científica de que algún alimento ayude a controlar la hipertensión, sin embargo, destacó que la dieta autóctona mexicana (maíz, chile, frijol, nopales) es baja en grasas y altamente nutritiva. “La introducción de los alimentos procesados ha hecho la diferencia. Antes se creía que era una enfermedad de países desarrollados; México demuestra que no es así”.

La hipertensión es uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar insuficiencia renal, sangrados e infartos cerebrales y al miocardio.

Un buen control requiere de la combinación del asesoramiento médico adecuado, la educación del paciente, modificaciones del estilo de vida y, en la mayoría de las ocasiones, del uso de antihipertensivos.

Valeria Cuatecatl