Un trasplante es el traslado de órganos, tejidos o células de un individuo a otro para mejorar su calidad de vida o prolongarla. Con el objetivo de crear conciencia al respecto, en 2006, la Organización Mundial de la Salud estableció el 6 de junio como el Día Mundial del Paciente Trasplantado.

“¡La tercera es la vencida!”, exclamó Gabriel Granados Vergara al recordar el momento en que se convirtió en la primera persona en Latinoamérica en recibir un trasplante de antebrazos.

“Hace siete años, mientras supervisaba unas reparaciones que realizaban en casa, me electrocuté al tocar con una varilla un tramo de cerca eléctrica”, comentó el hombre de 58 años de edad. La gravedad de las lesiones en sus extremidades propició que se las amputaran.

“Permanecí sin ellas durante 16 meses”, tiempo en el que su esposa lo auxilió con una especie de ganchos que ella fabricó. “Los utilicé a manera de prótesis para mis tareas cotidianas hasta antes de la cirugía, entre ellas, acudir a las asesorías en la Facultad de Derecho de la UNAM, ya que un mes después de mi accidente comencé con la licenciatura en modalidad abierta”, añadió.

El extrabajador de la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, dijo que tuvo dos oportunidades más para recibir el trasplante: “La primera la dejé por cuestiones laborales; la segunda vez me comentaron que no era conveniente, sin embargo, sabía que podía salir de ésta y más, y como dicen: ¡La tercera es la vencida!”.

A cargo del doctor Martín Iglesias Morales, jefe de Servicio de Cirugía Plástica y Reconstructiva del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, el 18 de mayo de 2012, el paciente, diagnosticado sano física (sin enfermedades crónicas ni antecedentes de tabaquismo o alcoholismo)  y mentalmente,  ingresó al quirófano en el que le colocaron placas metálicas y, mediante una técnica microquirúrgica, le transfirieron las extremidades de un hombre de 34 años con muerte cerebral.

“La cirugía duró cerca de 17 horas”, rememoró al asegurar que, a pesar del poco tiempo que permaneció sin sus antebrazos y manos, le fue difícil habituarse a los implantes: “¡Pesaban demasiado!, pero poco a poco me fui adaptando a las circunstancias y necesidades. A los tres meses comencé a mover un dedo, y a los seis ya tenía mayor movilidad en una mano. Algunas cosas, como manejar, se me complican, sin embargo, puedo bañarme, rasurarme, comer y salir a las calles”.

Tras ser pensionado después de su accidente, Gabriel decidió hacer peritajes por cuenta propia. “Tengo más tiempo para disfrutar de mi familia, ver películas, caminar, visitar las playas y las zonas arqueológicas. Mentalmente me considero el mismo”, reiteró.

Durante cinco años el paciente originario de Michoacán recibió diariamente terapias de rehabilitación; actualmente, sólo acude al Centro Médico Nacional “20 de Noviembre” a sus revisiones periódicas de Cardiología, Infectología y Otorrinolaringología, entre otras especialidades. “Requiero de mayores cuidados debido a que estoy inmunosuprimido – sistema inmunológico  con carencias en la funcionalidad de las células de defensa-”, explicó.

Pasar a la historia de la Medicina mexicana en manos de un especialista “altamente capacitado, honesto y humilde” y contar con una familia que “ha estado al pie del cañón”, son hechos que han fortalecido la confianza y tranquilidad de Gabriel.

“Mi esposa me comentó de la cirugía y yo no lo creía. Después me di cuenta de que en México existen personas muy preparadas y con gran corazón, ya que he tenido la fortuna de conocer al doctor Iglesias como un amigo. ¿Qué médico te permite eso?”, señaló tras agregar que el señor Maximino García Baldazo, quien en 2015 recibió el primer trasplante de brazos en el mundo, se convirtió en otro de sus camaradas.

“A Max lo traté cuando iba a mis terapias. Él y su familia llegaron de Tamaulipas y se interesaron en conocer mi experiencia con la operación; eso les sirvió para confiar. Desde entonces nos hicimos buenos amigos, he ido a su casa, él a la mía y con frecuencia hablamos para saber cómo vamos”, concluyó.

Valeria Cuatecatl