Ilse Castro Salas y Jessika Elizabeth Segovia Mazas, estudiantes de la Licenciatura de Médico Cirujano coinciden en que la investigación es una actividad que ha transformado sus vidas, dejándoles grandes satisfacciones.

“Caracterización de oligosacáridos en líneas tumorales con lectinas de crustáceos” es la investigación que realiza Ilse Castro bajo la tutoría de la doctora Concepción Agundis Mata en el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina, con el objetivo de encontrar biomarcadores para el cáncer cervicouterino (CaSki) y linfoma.

“Se busca que la lectina de cherax quadricarinatus (CqL) reconozca los carbohidratos que se encuentran en las células tumorales. Trabajamos con crustáceos porque es muy fácil la obtención de lectina de ellos. Se pueden tener en el laboratorio y sin ningún problema se pueden manipular, explicó la estudiante.

“Los hallazgos que presenté en el Seminario del Programa de Apoyo y Fomento a la Investigación Estudiantil fueron que la lectina tenía reconocimiento por células de CaSki, pero de linfoma no, sin embargo, esto es algo muy bueno porque esta lectina puede servir únicamente para identificar este cáncer”, aseguró.

La investigación, asesorada también por los doctores Mohamed Alí Pereyra Mores y José Luis Sánchez Salgado, está en la primera etapa. En la segunda, “se pretende realizar el reconocimiento en tejido sano, para tener un parámetro mucho mayor de los estadios del cáncer. Tenemos que ver con qué intensidad marca ese tejido sano y el que no”, adelantó la alumna.

Asimismo, invitó a sus compañeros a no temer adentrarse al “mundo nuevo” que representa la investigación. “Yo cuando ingresé no sabía muchas cosas, pero mis tutores me han ayudado a avanzar, me han tenido paciencia, me han tomado de la mano y me han guiado, por lo que les tengo un gran agradecimiento”.

Por su parte, Jessika Segovia, que realiza la investigación “Empleo de un andamio de gelatina y ácido hialurónico como tratamiento contra melanoma murino”, con el doctor Andrés Eliú Castell Rodríguez en el Departamento de Biología Celular y Tisular, indicó que ésta tiene como objetivo obtener una alternativa económica y eficaz ante uno de los tumores más agresivos.

“El acral lentiginoso es el melanoma menos común, pero en México curiosamente es el principal. Aparece en la piel gruesa, en plantas de pies y palmas de manos. En nuestro país su causa no es la exposición al sol, sino la fricción al realizar trabajos que requieren de mucha fuerza”, señaló.

Jessika Segovia expuso que, en la inmunoterapia, lo más efectivo hasta ahora son las nanopartículas y los andamios, sin embargo, éstas primeras son muy caras porque usan materiales como oro y, al ser inyectadas, se esparcen por todo el torrente sanguíneo y no llegan a activar a todas las células que atacan al tumor. En cambio, el andamio, hecho con gelatina y ácido hialurónico, proporciona adhesión de las células dendríticas, presentadoras de antígenos en general.

“Nosotros buscamos cargar el andamio ya en los pacientes, que en este caso son los ratones. Ellos están inoculados con melanoma B16F10, el tumor más agresivo en su línea celular. Decidimos usar alrededor de 60 mil células porque esa cantidad nos permite que los tumores no progresen tan rápido, pues el Comité de Ética sólo permite un crecimiento máximo de dos centímetros”, refirió.

“Hasta el momento hemos estandarizado el tamaño tumoral y los andamios, con la ayuda de la maestra en ciencias Laura Bucio López, y estamos en la fase de implantarlos”, dijo la estudiante, quien destacó la importancia de tratar a tiempo un melanoma -que se manifiesta como un lunar irregular-, pues el 80 por ciento de las personas lo deja evolucionar hasta niveles muy tardíos, cuando probablemente ya hay metástasis. De estos pacientes, sólo un 20 por ciento responde a la quimioterapia.

Mariana Montiel