Toda creación está precedida por una mirada que se deriva del cuerpo y de la sensibilidad; una mirada viva y capaz de sorprenderse, de ser empática y, aunque no es necesariamente una mirada que sabe, siempre busca comprender, cuestionar y cuestionarse; por ello, entrenar la mirada es fundamental para el ejercicio de apreciación.

«El ejercicio de apreciación teatral implica mirar con seriedad y usar la observación sensible de manera racional, estableciendo analogías entre la clínica y el arte y creando un vínculo entre ambas disciplinas, en donde la inteligencia será la aptitud que permitirá al espectador analizar el arte de los enlaces imprevistos», señaló la profesora Zavel Castro, crítica y curadora de artes escénicas de Cultura UNAM.

Durante la charla “Principios de la apreciación escénica”, en el Viernes Cultural transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina, la especialista señaló que es importante pensar en el arte y en la ciencia como fenómenos de la vida que no están separados el uno del otro, sino más bien como elementos mismos del cuerpo, en el que todo es interdependencia. Además, mencionó que el espectador debe ser capaz de reconocer que tanto la apreciación como el diagnóstico clínico son actividades creativas que dependen de la observación para ofrecer una interpretación sobre un cuerpo y sus elementos.

«Médicos y críticos depositamos la mirada en el objeto de estudio para hacer un análisis, no sólo de manera contemplativa, sino también empleando un método de reflexión; en este sentido la apreciación serviría para hacer un diagnóstico de una puesta en escena, y la crítica tendría la capacidad de curar la obra, distinguiendo en ella los elementos ‘sanos’ y los ‘enfermos’, en donde la observación de un espectáculo, más que tratar de señalar lo que está bien y lo que está mal, ya que el gusto es un criterio cargado de prejuicio y la subjetividad es la desigualdad principal, pretende más bien evitar que la comprensión se limite a expresar una experiencia particular de los objetos percibidos», añadió la especialista.

Finalmente, indicó que ejercitar conscientemente la apreciación, buscando cosas que provoquen inconformidad y sensaciones extra cotidianas, más allá del agrado, nos ayudará a comprender que ahora, el teatro, y en general el arte, ha abandonado la idea de replicar al mundo y de embellecerlo, y persigue más la articulación de una diversidad. 

«No podemos partir de fundamentos de certidumbre, sino debemos valorar lo incierto, no debemos rechazar lo que no comprendemos, porque el teatro puede desafiar nuestra propia narrativa; tenemos que vernos como coleccionistas, que no residen en la acumulación de piezas de la misma cosa, sino en las variedades del objeto; debemos coleccionar las posibilidades de pensamiento y de sensaciones, y ahí colocar la mirada apreciativa; debemos desentendernos de las categorías cerradas, ya que nunca debemos esperar que una representación corresponda puntualmente a una categoría. Cuando una obra no viola normas, hace eco de la tradición, es un montón que no mejora al espectador», concluyó la profesora Castro.

Victor Rubio