La cuarentena como consecuencia de la pandemia de COVID-19 provoca que la población aumente sus niveles de estrés, lo que a largo plazo puede causar problemas de salud mental. “Se prevé que en la cuarta fase de la pandemia haya muchos problemas neuropsiquiátricos, productos del confinamiento, la ansiedad y el estrés por presentar la enfermedad, así como por sus secuelas”, indicó el doctor José Luis Maldonado García, profesor del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Durante la conferencia virtual “Estrés en épocas de COVID-19, de la inflamación a las complicaciones neuropsiquiátricas”, como parte del Seminario de Investigación del Departamento de Biología Celular y Tisular, explicó que el estrés es aquel estímulo que es percibido como amenazante, desde una lesión tisular, traumatismo, infección o hasta aquellos que dependen de la percepción que tiene cada individuo.

“La infección por COVID-19 desencadena una respuesta de estrés, la intensidad con la que va a afectar a los individuos dependerá de su capacidad de adaptación y de las estrategias de afrontamiento”, señaló el investigador al manifestar que “cada vez que nos estresamos la respuesta va a ser la misma en el cuerpo, en la cual hay liberación de citocinas e inflamación, liberación de cortisol y catecolaminas, y dependiendo de la intensidad y duración, hay una disminución en la síntesis de serotonina y dopamina”.

Cuando ese estrés es prolongado, la inflamación es persistente y el cortisol provoca efectos inmunosupresores en el sistema inmunológico, lo cual nos predispone a enfermedades. En el cerebro puede provocar una apoptosis en la región del hipocampo, involucrada en procesos de memoria a corto plazo y en la parte afectiva; la corteza prefrontal también puede verse afectada por una disminución de los neurotransmisores mencionados y por la producción de moléculas neurotóxicas, detalló.                                                                                    

Si los niveles de citocinas proinflamatorias son altos en el cerebro, provocan lo que se conoce como sickness behavior,un conjunto de cambios conductuales donde hay síntomas como letargo, astenia, adinamia, ansiedad, somnolencia, dificultad para concentrarse e incluso comportamientos de retracción social.                                                             

El doctor Maldonado García apuntó que todas estas alteraciones en los niveles de inflamación ocurren por un desequilibrio en las interacciones neuroendocrinoinmunológicas que, al verse alteradas por el estrés, producen cambios en el comportamiento, cambios metabólicos y cardiovasculares, además de síntomas como dermatitis, colitis, alopecia areata o caída de cabello y broncoespasmos.  

“Las consecuencias en la salud mental no sólo pueden repercutir en pacientes que han sobrevivido a la COVID-19, sino también a personas en cuarentena y personal de salud, por lo que se requerirá desarrollar medidas para combatirlas”, adelantó.

Axel Torres