Un síndrome geriátrico es una condición en la que coexisten múltiples etiologías con distintas vías patogénicas y que, dada la heterogeneidad del envejecimiento, pudiera presentarse como una sola manifestación estereotipada. En estas entidades se considera que distintos factores como los propios asociados al envejecimiento, comorbilidades acumuladas a lo largo de la vida, vulnerabilidad, limitaciones adicionales como déficits sensoriales, el estado nutricional y el uso de múltiples fármacos van a interactuar para generar dicha manifestación.

En el caso del SARS-CoV-2 es importante reconocer que, al ser considerado como un agresor agregado a todos estos factores, se puede desencadenar una serie de descompensaciones con un espectro clínico especial para este grupo poblacional.

“Para estos momentos las manifestaciones de COVID-19 pudieran ser ya bien conocidas, así, tenemos manifestaciones consideradas como cardinales, otros síntomas agregados y las manifestaciones atípicas que, para su presentación, dependerán en gran parte del perfil de cada individuo. En el caso del adulto mayor que tenga un perfil de vulnerabilidad incrementado, que pudiera predisponerlo a responder a situaciones de estrés agudo de manera atípica, las manifestaciones atípicas de enfermedad pudieran ser delirium, caídas e inestabilidad postural, manifestaciones constitucionales como astenia y anorexia, desaturación asintomática y ausencia de fiebre”, destacó el doctor Virgilio Hernández Ruiz, adscrito al Departamento de Geriatría del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”.

Durante su charla transmitida por Facebook Live de la Facultad de Medicina, indicó que en el estudio francés “Clinical Characteristics and Outcomes of 821 Older Patients with SARS-CoV-2 Infection Admitted to Acute Care Geriatric Wards”, se describieron las características clínicas y los desenlaces de adultos mayores con diversas comorbilidades hospitalizados por COVID-19, encontrándose que sólo el 55 por ciento tuvo fiebre, el 25 por ciento delirium y el 45 por ciento tos seca, por lo que la fiebre no necesariamente se presenta en este sector vulnerable con esa patología.

“Existe un conjunto de particularidades biológicas intrínsecas y extrínsecas que modifican al sistema inmunológico durante el envejecimiento y este conjunto de factores forma parte de la inmunosenescencia, que se puede acompañar de una inflamacion crónica de bajo grado llamada inflammageing, cambios de poblaciones de linfocitos, acumulación de células senescentes y acortamiento de telómeros, generando así una amplia variabilidad en la respuesta inmunológica innata y adaptativa de cada individuo”, apuntó el especialista.

Finalmente, el geriatra señaló que, en el contexto de la pandemia, se tiene que emplear una estrategia de atención multidisciplinaria que incorpore la valoración geriátrica, con el objetivo de modificar los desenlaces y no se excluya a este grupo de pacientes de tratamientos o maniobras terapéuticas, además de continuar promoviendo el contacto social durante el confinamiento físico, para lo que destacó el trabajo realizado en la institución donde labora, que cuenta con una línea de atención telefónica para adultos mayores, una campaña de recomendaciones para el acompañante y los familiares, así como el Primer Congreso Digital “Geriatría y COVID-19” programado para el 3 y 4 de diciembre.

Victor Rubio