El estilo arquitectónico gótico tenía como centro de su esfuerzo y orientación a la luz y la luminosidad, por lo que los artistas lograron transformar no sólo a las obras por sí mismas, sino también el paisaje urbano de muchas de las ciudades europeas, y también, de alguna manera, en reinterpretaciones más actuales, ciudades americanas como la Ciudad de México, donde existen ejemplos de la arquitectura neogótica.

«Es un gran privilegio para la historia del arte el conocer la obra o el autor que inició una tendencia o estilo, y en el caso del gótico se sabe que quien comenzó este movimiento fue el abad Suger de la basílica de Saint Denis en el momento en que decide hacer reformas arquitectónicas al deambulatorio, éstas se basaron en los escritos del místico Pseudo Dionisio Areopagita, en los que se encontró que él relacionaba la luz inmaculada con la presencia divina, que las piedras preciosas poseían propiedades celestiales y que la exuberancia en términos de color hablaba de la existencia de dios, por lo que el abad, creyendo estas palabras, emprendió la reforma donde libera los muros y los sustituye con vitrales coloridos», apuntó la maestra Nuria Galland, coordinadora de Servicios Pedagógicos y Contenidos Académicos del Palacio de la Escuela de Medicina.

 Hubo varios retos que establecieron los grandes maestros de las catedrales góticas para tratar de aspirar hacia la tendencia vertical, con la osadía de llegar al cielo y con el sueño de representar a la iglesia como una casa celestial, recordó la experta durante el Curso-taller de Historia del Arte, transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Entre los elementos que aparecieron en este estilo están las torres, muchas de ellas con campanas; también, al centro de la entrada se observa un vitral en forma circular conocido como rosetón, el cual está dedicado a la virgen y es por eso que la gran mayoría de las catedrales góticas tienen nombres dedicados a ella y un ejemplo es Nuestra Señora de París.

Otra característica presente es la ligereza de la construcción, la cual hay que entenderla como una arquitectura orgánica en donde cada elemento depende de la estabilidad del otro, por lo que cualquier fractura en una parte causa daños en otra, pero también posee una gran capacidad de reconstruirse, lo que se considera una cualidad, pero también un defecto. “Cuando se visitan estas enormes iglesias hay un ala que tiene andamios y se está restaurando debido a esta característica”, aclaró la maestra Galland.

Otro elemento importante que destaca en este movimiento son las gárgolas, que tienen la función arquitectónica de drenar el agua; por lo tanto, deben tener cierta inclinación para poder llevar el agua estancada hacia el exterior de la fachada y no comprometer la estructura con la humedad.

“Uno de los ejemplos más hermosos y conmovedores que tiene la arquitectura gótica es la Sainte Chapelle”, afirmó la especialista al señalar que otro elemento de este estilo de construcción son las bóvedas de crucerías.

Dentro de las obras arquitectónicas creadas en este periodo gótico se usaban contrafuertes que “eran columnas, al exterior de la fachada, que se construían a unos metros del muro y que tenían brazos, llamados arbotantes, que sostienen los muros y así las fuerzas se filtran hacia la columna principal”, apuntó.

Finalmente, la experta expresó que la arquitectura gótica se recibió gustosamente en toda Europa a excepción de Italia, donde la consideraban un estilo extranjero, el cual siguió funcionando hasta entrado el siglo XVI y se podía observar en las construcciones, los muebles y la vestimenta.

Janet Aguilar