Los coronavirus humanos son virus grandes y se llaman así porque pareciera que tuvieran una corona con proyecciones o espinas; existen diferentes tipos como son los alfa, beta y gamma, pero sólo los dos primeros infectan a los humanos y hasta principios de este siglo eran considerados de baja patogenicidad. Estos virus son endémicos a nivel mundial y representan del 10 al 30 por ciento de las infecciones respiratorias en adultos.

Otra característica de estos virus es su variabilidad genética que, aunque existe, no es tan grande comparada con otros virus de RNA, lo cual tiene ventajas, ya que son estables en la mayoría de sus genes. Una de las estructuras más importantes de este virus es la proteína S, que tiene forma de espiga y se fija a las células del individuo al que afecta; es bastante estable. Lo relevante de esto es que, si se encuentra una vacuna contra la proteína de esta espícula, lo más probable es que funcione para virus de todas las regiones del mundo.  

“Cuando te enfermas existe una activación de linfocitos T y B; en las primeras semanas subirá la inmunoglobulina M (IgM) que posteriormente desaparece, luego la inmunoglobulina G (IgG) aumenta y habitualmente en las enfermedades tiende a permanecer de por vida, pero en este virus tiende a desaparecer. Por otro lado, los linfocitos que actúan a nivel celular destruyendo las células infectadas, también suben y en esta enfermedad tienden a desaparecer. Sin embargo, esto es importante porque, aunque hayan desaparecido, dejan clonas de memoria tanto de linfocitos B y T, lo que quiere decir que, aunque no los puedas medir, hay inmunidad a esta enfermedad”, indicó el doctor Alejandro Macías Hernández, infectólogo e integrante de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus de la UNAM.

En su plática transmitida por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM, el doctor Macías habló de un caso de reinfección que se presentó en Hong Kong, de un hombre de 33 años, el cual fue diagnosticado en marzo y después salió de este lugar. Cuando regresó a Hong Kong le realizaron la prueba y volvió a dar positivo por un virus SARS-CoV-2 diferente al que lo infectó la primera vez; además calificó a las reinfecciones como “algo raro y que la mayoría de los casos son cuestionables”, aunque también se han documentado casos en Europa y Estados Unidos.

El especialista destacó que, si no hay una vacuna, la epidemia podría durar varios años, aunque también adelantó que este virus formará parte del repertorio de los virus respiratorios y se logrará un buen control de esta epidemia cuando tengamos una inmunidad colectiva del 67 por ciento, que se logrará por medio de los que ya se infectaron, de los que tengan inmunidad cruzada de memoria por otros coronavirus o de lo que nos deje una vacuna.

“El cubrebocas no sólo ayuda a proteger a los demás, sino también a uno mismo, por lo que es de suma importancia usarlo de manera adecuada: cubriendo desde el puente de la nariz hasta la barbilla”.

Dr. Alejandro Macías Hernández

Asimismo, consideró que muy probablemente se tendrá una vacuna para finales de este año, pero sus efectos de inmunidad se observarán hasta finales del 2021 o principios del 2022. “Lo que se espera de una vacuna es que reduzca el riesgo de infección, disminuya el riesgo de gravedad, así como el riesgo de morir si nos enfermamos gravemente, y además permita reactivar la economía”, señaló.

Janet Aguilar