El distanciamiento físico a causa de la pandemia por COVID-19 como medida de prevención, provocó que gran parte de la población cambiara sus hábitos alimentarios, los cuales están regularmente relacionados con factores psicológicos, económicos, culturales, de educación y actividad física.

Desde el inicio de la pandemia hubo cambios en la forma de elegir alimentos, pues “se prefirió comprar no perecederos, debido a que su caducidad es mayor, también cambió el tiempo dedicado a su preparación y consumo”, indicó la doctora Elvira Sandoval Bosch, académica del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Estas decisiones se vieron reforzadas por cambios en la cadena de suministros alimentarios, en el transporte y el tiempo de traslado de productos del campo a la ciudad, afectando la distribución en algunos lugares. “Las medidas sanitarias de distanciamiento social provocaron que mercados y tianguis tuvieran que cerrar, favoreciendo la compra de alimentos enlatados, congelados y ultraprocesados”, señaló la doctora Sandoval Bosch.

 Derivado de esta pandemia, a una gran cantidad de personas les redujeron el salario o se quedó sin empleo, por lo que el poder adquisitivo disminuyó y mucha gente optó por consumir alimentos más baratos. Esto favoreció la venta de comida rápida, siendo una opción más accesible para los consumidores, sin embargo, este tipo de alimentos no siempre son los más saludables, advirtió.

Durante la charla transmitida por Facebook Live de la Facultad de Medicina como parte del Seminario Permanente de Salud Pública, la especialista presentó estudios realizados a nivel mundial que demostraron que durante la pandemia aumentó el consumo de alimentos no saludables debido a la ansiedad y al aburrimiento.

En México, el Instituto Nacional de Salud Pública realizó una encuesta vía remota del 24 de junio al 28 de julio, donde encontró un aumento en las compras a domicilio en los supermercados, mayor interés en el consumo de alimentos saludables, aunque gran parte de los entrevistados comían más por ansiedad y aburrimiento. Ante esa situación, la doctora Sandoval Bosch resaltó la importancia de identificar las causas de esa ansiedad y buscar apoyo en los profesionales de la salud mental.

Para mejorar la alimentación, la experta recomendó comprar a los productores locales para tener alimentos más frescos y económicos. Asimismo, consideró que se deben crear entornos que fomenten la elección de alimentos saludables, “es importante recibir educación alimentaria, por licenciadas/os en Nutrición que brinden orientación sobre qué alimentos elegir, y se deben favorecer los mensajes para empoderar al consumidor a que tome las decisiones más saludables respecto a la preparación y selección de alimentos”, señaló la especialista al destacar que una buena alimentación y estado nutricional son elementos necesarios para la buena salud del sistema inmune, el cual nos ayudará a hacer frente a la infección por COVID-19 o cualquier otra enfermedad.

Axel Torres