Los simuladores han sido una parte fundamental en la educación médica durante casi 400 años desde que se desarrollaron por primera vez los maniquíes de parto en el siglo XVII1. Desde entonces el desarrollo tecnológico en el diseño de los simuladores se ha incrementado de forma considerable; sin embargo, más allá de estos avances, existen razones de mayor peso para incorporar a la simulación como estrategia de enseñanza y evaluación en los planes curriculares de las escuelas de medicina, enfermería y de otras profesiones en el área de la salud.

Una de las principales razones para su integración es la seguridad del paciente; en este sentido, los pacientes deben estar protegidos de todo daño evitable. La enseñanza basada en la simulación tiene como objetivo principal proveer y facilitar a los estudiantes la adquisición de competencias para hacer frente a situaciones críticas de una manera planificada, al tiempo que evita daños a pacientes reales debido a procedimientos realizados por novatos sin experiencia, ayudando a los estudiantes a integrar el conocimiento, con el desarrollo de habilidades psicomotrices y actitudes para un mejor desempeño profesional.4

Una segunda razón es que los estudiantes cada vez tienen menos espacios para la experiencia educativa en la clínica, ya sea por el incremento de las escuelas de medicina, la reducción de espacios en los hospitales para la práctica clínica o por la disminución del número de tutores comprometidos con la enseñanza clínica hacia los estudiantes debido a la saturación de sus actividades asistenciales en el hospital.2

Una tercera razón que resulta obligada es la actualización de los planes de estudios basados por competencias, donde precisamente la simulación resulta ser una de las mejores estrategias tanto para la enseñanza como para la evaluación de los tres niveles del conocimiento: cognitivo, procedimental y afectivo, elementos indispensables de las competencias.

Una cuarta razón es la necesidad de diseñar ambientes de aprendizaje seguros para los estudiantes más cercanos a la realidad, a fin de acercarlos al contexto clínico desde los inicios de su formación y como una necesidad de desarrollar una identidad profesional de servicio, dejando atrás el enfoque de un examen.2

Una quinta razón es la de favorecer la integración de las ciencias biomédicas y las clínicas para que el alumno pueda darle sentido a los conceptos abstractos de las ciencias biomédicas como la Farmacología o la Fisiología, favoreciendo con la simulación la aplicación de estos conceptos en un escenario clínico.3

La sexta razón, que en la última década ha tenido mayor relevancia, es la formación de equipos de trabajo interdisciplinarios e interprofesionales como uno de los caminos para el logro de las metas en salud para el 2030 según la OMS, resaltando el trabajo colaborativo y la comunicación entre pares y otros profesionales en el campo de la salud que convergen en torno al paciente, su familia y la comunidad.4

Principios básicos para la integración de la simulación al currículo
Una vez reconocidas las razones por las que la simulación se puede integrar al currículo, los educadores en simulación deberán liderar un proyecto de integración de la estrategia considerando los siguientes principios:

  1. La integración de la simulación al currículo es esencial para el uso efectivo de la estrategia. En este punto es importante mencionar que las actividades educativas por simulación se veran favorecidas si son guiadas por objetivos y resultados de aprendizaje de un programa o plan de estudios.5
  2. Los educadores deben tener en cuenta las necesidades de los alumnos durante su formación, donde es necesario un efoque vertical y progresivo del aprendizaje de los estudiantes a lo largo de su formación.5
  3. El aprendizaje basado en simulación es más efectivo cuando está integrado a otras actividades de aprendizaje. La integración de otras metodologías activas, como el aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje basado en proyectos o el método de casos, potencia la integración de las ciencias biomédicas y clínicas.5
  4. La simulación es identificada como una estrategia complementaria en la clínica. En este sentido, no se considera como un reemplazo de la enseñanza clínica.1
  5. Brinda oportunidades para la práctica deliberada, la reflexión y la realimentación inmediata. La simulación contempla la adquisición de habilidades psicomotrices a través de la práctica deliberada favoreciendo el aprendizaje del dominio, así como el aprendizaje reflexivo (debriefing) en los escenarios clínicos simulados, donde estas dos actividades por simulación ofrecen al estudiante una realimentación inmediata.1,5
  6. Los educadores deben tener en cuenta las necesidades de los estudiantes durante su formación para favorecer el trabajo colaborativo interdisciplinar e interprofesional.5
  7. Los resultados de aprendizaje deben ser medibles en un entorno seguro y propicio de aprendizaje.4
  8. El aprendizaje basado por simulación permite integrar y evaluar las tres áreas del conocimiento (cognitivo, psicomotriz, afectivo o actitudinal), lo que lo hace una estrategia muy propicia para el desarrollo de competencias.
  9. Como toda estrategia educativa debe generar una investigación para fundamentar su implementación.1
  10. Los recursos financieros necesarios para su planificación y los recursos humanos indispensables para su desarrollo e implementación al currículo.1,5

La simulación es una estrategia indispensable en la enseñanza y evaluación de la educación médica que favorece en los estudiantes la adquisición y el desarrollo de las habilidades clínicas y actitudinales, así como la aplicación del conocimiento abstracto adquirido, a través de actividades educativas en un ambiente seguro y propicio para el aprendizaje.

Además, el uso de simuladores y pacientes estandarizados permite a los estudiantes tener prácticas repetitivas sin poner en riesgo a los pacientes, favoreciendo el aprendizaje reflexivo y la realimentación inmediata, dirigiendo la formación de los estudiantes de forma progresiva. Para su integración se requiere de educadores formados en las estrategias para favorecer su implementación efectiva y garantizar el uso de recursos financieros y humanos de manera óptima.

Laura Silvia Hernández Gutiérrez y Vianey Barona Núñez

Bibliografía

  1. Deutsh E, Palaganas J, SSH Accreditation Standards. In Defining Excellence in Simulation Programs, First edition, eds Palaganas J, Maxworthy J, Epps C, Mancini M, China, Wolters Kluwer, 2015: 2-15.
  2. Khan M, Sasso RA. Obtaining Medical Simulation Center Accreditation. [Updated 2020 Mar 1]. In: StatPearls [Internet]. Treasure Island (FL): StatPearls Publishing; 2020 Jan. Available from: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK554424/
  3. American College of Surgeons, Promote patient safety through the use of simulation, 2013.
  4. Lamé G, Dixon-Woods M. Using clinical simulation to study how to improve quality and safety in healthcare. BMJ Simul Technol Enhanc Learn. 2020;6(2):87–94.
  5. Scalese, R & Issenberg (2008). Simulation based assessment. Practical guide to the evaluation of clinical competence. Mosby Elsevier (pp. 179-200).