“Es preciso utilizar el marco del Día Internacional de la Mujer para reflexionar acerca de todo lo logrado y los avances conseguidos en materia de género; sin embargo, también es un momento que exige contemplar el largo camino que todavía falta por recorrer en materia de género y, así, trabajar para reducir los sesgos que, a partir de la pandemia de COVID-19, se han exacerbado de manera considerable”, manifestó la doctora Elia Martha Pérez Armendáriz, Académica del Departamento de Biología Celular y Tisular de la Facultad de Medicina de la UNAM.

“Durante el distanciamiento social secundario a la pandemia, ha aumentado la vulnerabilidad de la población y en particular la de las mujeres, población que tiene menor acceso al trabajo formal y a la seguridad social, así como a la cual se le triplicó el trabajo doméstico no remunerado, que ya era de 2.5 veces mayor para ellas que para ellos antes de la COVID-19. También, han sufrido de una mayor violencia doméstica, misma que representa una severa amenaza ya desde hace varias décadas para las mujeres, indicó la Titular del Laboratorio de Sinapsis Eléctrica y Presidenta del Grupo Mujer y Ciencia UNAM, en la sesión del Seminario Permanente de Género y Salud, transmitido por Facebook Live de la Facultad.

Asimismo, la doctora Pérez Armendáriz indicó que persisten sesgos de género en la academia, comenzando con la menor proporción de las mujeres, quienes representan el 44.6 por ciento (18 mil 434) del personal académico de la UNAM. También son menos contratadas, no obstante que el egreso escolar de mujeres ha aumentado. Además, se mantiene la segregación horizontal y vertical en los cargos académicos. “Mientras que en las ciencias naturales las mujeres vamos avanzando, en las ciencias exactas y las ingenierías continúan estando poco representadas, y se mantiene la segregación vertical en la mayoría de las dependencias, ya que disminuye la representación de las mujeres conforme avanza el nivel académico”, apuntó.

La doctora Armendáriz, junto con otras colegas del Grupo Mujer y Ciencia UNAM y estudiantes del Servicio Social de Ciencia y Género que ella dirige en la Facultad de Medicina, realizó en octubre una encuesta aplicada a mil 500 académicas y académicos de la UNAM, en una proporción por sexo equivalente, que son integrantes del Sistema Nacional de Investigadores de más de 20 dependencias de la UNAM, con el objetivo de medir el impacto de la COVID-19 en la investigación y la docencia.

La respuesta normalizada de 84 académicas y 46 académicos mostró un aumento en el estrés (>75 por ciento) en ambos sexos. Ellas refieren en una mayor fracción un incremento en el cuidado de otros y en el trabajo doméstico que sus pares, así como que llenan una mayor cantidad de formatos en las compras de consumibles de sus laboratorios, labores que son esperadas de acuerdo con la cultura patriarcal arraigada en la sociedad.

También mostró que las mujeres tienen una menor expectativa sobre la evaluación académica. A pesar de que la encuesta no reflejaba hasta octubre diferencias en los productos académicos entre los sexos, una mayor fracción de las académicas consideró que debería haber una ampliación en plazo para las diferentes evaluaciones académicas, indicó la doctora Pérez Armendáriz.

A fin de horizontalizar la perspectiva de género en la estructura científica de la UNAM, la doctora Pérez Armendáriz indicó que ha impulsado la creación del área CTIM (ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas), la cual fue propuesta a la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM (CIGU) el año pasado y de la cual ahora forma parte de su primera Comisión asesora. Con esta última coorganizó en octubre el “Seminario la investigación y la docencia en tiempos de pandemia, una reflexión con enfoque de género”, en el cual presentó la encuesta citada junto con propuestas para atemperar su impacto.

Entre las propuestas está el permitir a las y los académicos experimentales el acceso a laboratorios de forma programada y escalonada, ya que la pandemia los ha afectado mayormente. Diseñar cursos y lineamientos de sensibilización con perspectiva de género para las comisiones evaluadoras, así como recomendar la flexibilización de los criterios de evaluación. Asimismo, que se diseñen e impartan cursos de perspectiva de género en línea para el personal administrativo y un formato único institucional para que en todas las dependencias se hagan informes con desglose por sexo. “Si queremos que la UNAM continúe incrementado su liderazgo científico y reconocimiento a nivel internacional, es importante tomar acciones a estos respectos”, afirmó.

Guillermo Navarro