“Definitivamente el arte vale, los artistas necesitan ganar dinero, necesitan que su proceso creativo sea remunerado económicamente; el arte es sin duda una constante, el mundo necesita a los artistas, necesitamos estar rodeados del arte que nos revela la naturaleza humana de la manera más sensible, muchas veces a través de trazos bellos, otros conmovedores, otros chocantes o efímeros, pero al fin y al cabo nos invitan hacia la reflexión de nuestra existencia y, por lo tanto, es un oficio que bajo este sistema capitalista necesita ser retribuido económicamente”, indicó la maestra Nuria Galland Camacho, Responsable de Servicios Pedagógicos y Contenidos Académicos del Palacio de la Escuela de Medicina.

Enrico Scrovegni era un adinerado personaje, protector de las artes, y le encomendó a Giotto di Bondone construir una capilla para redimir los pecados de su padre que se dedicaba a la usura, que en aquel entonces era considerado un pecado que se condenaba. Así que la iglesia le dio dos opciones, o regresaba todo el dinero mal habido de su padre o dentro de su territorio construía una capilla para uso público: “Piadosamente escoge lo segundo y le ofrece esta capilla a los feligreses de la ciudad de Padua; así que vemos cómo efectivamente el negocio del arte está presente y se revela el vínculo que existe entre los artistas y el dinero, sin embargo, aquí por una cuestión pragmática”, señaló.

Durante el Curso-taller de Historia del Arte, transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM, la maestra Galland Camacho explicó que los tapices son un ejemplo importante que revela el valor material que puede tener un objeto, como el llamado La caza del unicornio, de origen flamenco, el cual forma parte de una serie dedicada a este animal; además, se sabe que en aquel entonces los tapices costaban más que los cuadros, incluso llegaban a valer lo de una propiedad, por lo que sólo estaba al alcance de los poderosos.

La experta mencionó algunos de los cuadros más caros en la historia y señaló que en el 2017 se vendió en 450 millones de dólares la obra Salvator Mundi, considerada la más costosa del mundo, atribuida a Leonardo da Vinci, aunque los estudios se inclinan a que posiblemente no sea una obra original, sino que salió de su taller: “Cada día nos sorprende más la sin razón en la que podemos vivir, se dice que la última vez que se vio esta pintura fue en el yate de un magnate árabe. Y aunque podríamos considerar que el mercado del arte es un mundo serio, esto que está sucediendo forma parte de una cuestión irracional”, apuntó.

La maestra Galland Camacho consideró que “la obra de arte debe de tener un valor, los artistas deben recibir una remuneración digna por la labor que hacen. Ojalá viviéramos en una sociedad en donde no pensáramos que la compra de una obra de arte pertenece a un mundo realmente elitista, como vemos en estas obras y estas cifras, ojalá que estuviéramos más acostumbrados a dotar nuestros espacios de objetos artísticos, apoyar a los artistas que viven de su obra para que podamos contribuir a este vasto mundo artístico”, concluyó.

Janet Aguilar