La película El lugar sin límites (1977) es un clásico del cine mexicano que mostró por primera vez un beso entre dos hombres, algo completamente nuevo para las producciones que se hacían en el país. La historia se centra en La Manuela, una travesti que expresa su sexualidad fuera de los estereotipos de la época, en contraposición a Pancho, quien tiene una imagen más apegada al macho mexicano, pero que igual tiene gustos fuera de lo establecido.

Un elemento muy rescatable en términos de género tiene que ver con la dupla masculinidad y erotismo. Me parece que la película habla muy bien de lo que sucede con y la manera en la que los sujetos nos asumimos o nos fue impuesta la categoría de hombre-varón. Estos estudios de los hombres y masculinidades analizan la dimensión social de nosotros como sujetos”, indicó el doctor César Torres Cruz, Académico del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM.

En la tercera sesión del “Cinedebate con perspectiva de género en salud”, organizado por el Programa de Estudios de Género en Salud de la Facultad de Medicina, el especialista explicó que en esta sociedad patriarcal el asumirse como varón te lleva a vivir en los intersticios de los privilegios por no ser mujer y a la vez sufrir los estragos de la masculinidad. Por ejemplo, se sabe que en América Latina la primera causa de muerte de hombres jóvenes son las agresiones, después los accidentes automovilísticos, las enfermedades hepáticas asociadas al consumo del alcohol y, por último, el suicidio.

“Es decir, los mandatos de género hacen que los hombres maten a las mujeres, que maten a otros varones y que se maten ellos mismos. Entonces estamos hablando de un tema fuerte que toca la película con las políticas y la masculinidad”, destacó el doctor Torres Cruz.

La Manuela sufre constantemente por esto, por ejemplo, en una escena con locación en una fiesta, ella se encuentra bailando y los hombres a su alrededor le insultan, le desnudan, dejan sus genitales expuestos y le cuestionan su sexualidad. De acuerdo con el académico, para las feministas posestructuralistas, esto se explica porque en las sociedades patriarcales todas las personas nos debemos convertir en una especie de “policía del género” y tenemos que cuidar que el género binario no se salga de este canon. Bajo esta teoría, todos los atacantes de Manuela son esta policía.

También, de acuerdo con la película, el personaje de Pancho es un sujeto encarnado en los atributos de lo que supuestamente debería ser la masculinidad, como el ser alguien fuerte, a quien se le puede pedir que cargue las cosas pesadas. Él es temerario, está todo el tiempo desafiante frente al riesgo, se muestra y se le exige ser hipersexual, no debe ser vulnerable y, si completa el estereotipo, se pensaría que no se enferma. Sin embargo, estas características ocultan su verdadera personalidad de ser un hombre sensible, que llora, pero que no está dispuesto a enfrentar el rechazo social.

Al final, en una escena homoerótica, Pancho y La Manuela son increpados al estar besándose. El cuñado de Pancho, fiel a los dogmas del género, señala este acto como “grave”, pero el único que enfrenta consecuencias fatales es la Manuela, ya que es quien permanentemente acepta estar fuera de la heteronormatividad.

Eric Ramírez