La Ciudad de México es la cuarta ciudad más poblada a nivel mundial, el 30 por ciento de sus habitantes vive en situación de pobreza y encabeza la lista de las ciudades con mayor grado de desigualdad a nivel Latinoamérica; estas situaciones se ven reflejadas en la falta de acceso a los servicios de salud y a la seguridad social.

La reconversión hospitalaria para atender la COVID-19 dejó vulnerables a los médicos y a las personas con enfermedades crónico-degenerativas, ambos grupos experimentaron un aumento en la tasa de mortalidad; de igual modo, las personas que viven en condiciones de pobreza registraron hasta dos veces más riesgo de morir por dicha enfermedad y una menor expectativa de supervivencia.

En este contexto, el equipo de investigación del doctor Neftali Eduardo Antonio Villa, como parte de su doctorado del PECEM de la Facultad de Medicina de la UNAM, investigó la relación que existe entre el impacto de la enfermedad por COVID-19 en la Ciudad de México y las desigualdades socioeconómicas presentes.

Hicieron un análisis de bases de datos de libre acceso y registros epidemiológicos como el Estudio Nacional de Vigilancia Epidemiológica, datos de movilidad vehicular recabados por SEMOVI y certificados de defunción captados por el Registro General Civil. Evaluaron los determinantes individuales, sociales y estructurales de la pobreza utilizando el índice de rezago social ajustado por la densidad media urbana (DISLI) y la densidad urbana poblacional media (MUPD) calculada para las 16 alcaldías.

En el Seminario Permanente de Salud Pública, transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina, el doctor Antonio Villa presentó los resultados obtenidos: la mayor incidencia de COVID-19 y la mayor cantidad de pruebas realizadas se dieron en alcaldías con baja densidad poblacional pero con alto rezago, mientras que las mayores tasas de mortalidad se presentaron en alcaldías con alto rezago y alta densidad, como Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Iztacalco y Azcapotzalco.

Por otro lado, el grupo perteneciente a trabajadores del área de la salud tuvo mayor cantidad de contagios, al igual que un grupo de trabajadores no especificados que pueden estar relacionados con el comercio informal. Las personas desempleadas, trabajadores no especificados, pensionados y trabajadores asociados a actividades del hogar tuvieron mayor carga de mortalidad y mayor riesgo de hospitalización. Los pacientes atendidos en un servicio público presentaron un menor riesgo de hospitalización, sin embargo, debido al probable estado crítico en el que pudieron haberse presentado al hospital, tuvieron una mayor mortalidad dentro de estas instituciones.

También encontraron que las alcaldías con mayor rezago tuvieron que disminuir más que otras el tránsito de vehículos para lograr tasas menores de contagios; asimismo, el exceso de mortalidad por enfermedades crónico-degenerativas fue mayor en las que tienen alto rezago.

“Se debe buscar la justicia social, tenemos que hacer un llamado a la revolución de las conciencias para que nos unamos a una transformación colectiva y así mover no sólo al sistema de salud, sino también al sistema social de la Ciudad de México”, concluyó el doctor Antonio Villa.

Ricardo Ambrosio