El envejecimiento es un proceso fisiológico normal que favorece la declinación de funciones a nivel molecular, celular, tisular y orgánico; en esta etapa se altera la homeostasis, con una disminución de la adaptabilidad al estrés interno y externo, lo que hace más vulnerable a la persona.

Cuando se presenta un envejecimiento patológico hay una declinación fisiológica y suma de patologías que aceleran el proceso y una mayor alteración de la funcionalidad y discapacidad; además, hay dos situaciones que se pueden agregar como son la comorbilidad y la multimorbilidad que se refiere a la concurrencia de varias enfermedades o condiciones de salud en una persona, sin dominancia o relación entre ambas.También existe el envejecimiento saludable en donde hay una mayor reserva fisiológica que permite que los cambios sean armónicos y las políticas de salud deben dirigirse para garantizar este estado de salud y bienestar, argumentó la doctora Zoila Trujillo de los Santos, colaboradora del Seminario de Estudios sobre la Globalidad de la Facultad de Medicina de la UNAM.

La experta también detalló que hay que tener en cuenta si los adultos mayores padecen dolor, depresión, demencia y síndrome de deslizamiento, ya que tener uno de estos afecta la calidad de vida, independientemente de alguna otra patología. Asimismo, mencionó algunos de los derechos de los adultos mayores en el final de la vida como: el ser tratado como un ser humano vivo hasta el momento de su muerte, mantener una esperanza, cualquiera que esta sea, y obtener la atención de médicos y enfermeras, incluso si los objetivos deben ser cambiados para brindar confort.

Durante el Seminario Permanente de Cuidados Paliativos y Humanidades Médicas, transmitido por Facebook Live y moderado por el doctor David Fajardo Chica, la doctora Verónica Montes de Oca, Coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez de la UNAM, indicó que la pobreza y la vulneración de derechos en América Latina pueden marcar cada etapa en el curso de la vida hasta la vejez y que esta se agrava por las desigualdades vinculadas al género o a la pertenencia étnico-racial, y advirtió que la desigualdad se acumula en el curso de vida de las personas.

La doctora Montes de Oca apuntó que la vejez es la etapa de la vida que antecede a la muerte y se estudia a partir de los 60 o 65 años: “Hay muchas personas que envejecen y no llegan a ser viejos, es decir, envejecen, pero no llegan a cumplir 60 años en ocasiones, y esto es por las condiciones políticas, sociales, económicas que les toca vivir en su vida y que a veces se dan desde la gestación misma”.

En el curso de vida, la pobreza y la vulneración de derechos pueden marcar cada etapa hasta la vejez y se agravan por las desigualdades vinculadas al género o a la pertenencia étnico-racial. Las transformaciones de la estructura demográfica, los mercados laborales y las carencias en los sistemas de protección social han contribuido a profundizar las brechas de desigualdad entre generaciones, siendo áreas de oportunidad para promover políticas que garanticen el envejecimiento activo a lo largo del curso de vida y promover una transición de las políticas públicas de un enfoque asistencial a un enfoque de derecho humanos; transferencias públicas y privadas en constante observación por el gobierno y la academia, concluyó.

Janet Aguilar