El dolor va más allá de ser un síntoma común en muchas enfermedades, es una de las sensaciones más desagradables que se pueden experimentar; no es fácil escapar de él, es un fenómeno complejo, sin embargo, muchas veces ha sido analizado desde una perspectiva reduccionista.

“No se puede estudiar el dolor solamente desde el punto de vista biológico, para entenderlo es necesario abordarlo desde perspectivas que incluyan la subjetividad; por ello, se ha planteado la idea de que el ser humano tiene tres esferas: biológica, psicológica y social, y que el dolor solamente se puede explicar con la interrelación de estas tres”, explicó el doctor Andrés Hernández Ortiz, adscrito al Servicio de Medicina del Dolor y Paliativa del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición «Salvador Zubirán».

Explicó que una de las formas en las que se intenta darle un enfoque biopsicosocial a la atención de pacientes es a través de la multidisciplinariedad, permitiendo la intervención no sólo de médicos sino también de psicólogos, psiquiatras, tanatólogos, fisioterapeutas y expertos en espiritualidad; sin embargo, muchas veces este modelo no puede aplicarse y es el médico quien tiene que encargarse de todas estas cuestiones. También comentó que es importante escuchar a los pacientes para saber qué es lo que sienten física y emocionalmente ante el dolor, sus inquietudes y vivencias para tener un mejor panorama del dolor y el sufrimiento.

En su oportunidad, el doctor Sergio Fernández Martínez, miembro del Departamento de Filología Hispánica y Clásica de la Universidad de León, España, explicó que en cada época el dolor se ha concebido de diferentes maneras, esto se debe en parte a los avances médicos y las variables biológicas, culturales y sociales en que cada persona se ha desarrollado, además de que el dolor puede estudiarse también desde el ámbito humanístico, pues ha sido abordado en múltiples ocasiones por la filosofía y la literatura.

“Resulta interesante comparar cómo en la literatura un mismo tema adquiere diferentes símbolos, tratamientos y diferentes estéticas, la experiencia dolorosa culmina con la expresión del dolor, generando una reciprocidad entre la experiencia real que vivió el autor y la representación lírica, que es lo que entrega a sus lectores”, explicó.

Ejemplos de libros en los que se le da un significado personal al dolor son Color carne de Erika Martínez, Flores en la cuneta de Alejandro Céspedes, Arden las pérdidas de Antonio Gamoneda y los libros del poeta Luis Miguel Rabanal, quien utiliza un software especial para poder escribir poemas después de quedar tetrapléjico tras sufrir un accidente doméstico. En estas obras entran en juego aspectos como la vulnerabilidad, el deterioro, el dolor y la inhabilidad del cuerpo.

En el Seminario Permanente de Cuidados Paliativos y Humanidades Médicas, moderado por la doctora Nayely Salazar Trujillo, Coordinadora del Grupo de Trabajo “Cuidados Paliativos” del Seminario de Estudios de la Globalidad, transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina de la UNAM, el especialista explicó que la literatura es una posibilidad que puede ayudar a los médicos a familiarizarse con la forma en que cada persona experimenta el dolor, así como sus implicaciones humanísticas, pues estos aspectos guardan una estrecha relación con la práctica biomédica.

Ricardo Ambrosio