De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la variante delta de COVID-19 representa una preocupación debido a que ha demostrado ser capaz de aumentar la transmisibilidad, causar una enfermedad más grave o reducir el beneficio de las vacunas y los tratamientos. Sin embargo, estudios experimentales recientes han demostrado que esta variante sólo tiene un par de diferencias respecto a otras. La primera es que el tiempo de incubación es de cuatro días, en comparación con los seis de otras y esta variante genera mucha más progenie en las células infectadas; ambas características incrementan su transmisibilidad.

Los virus mutan constantemente, por lo cual se esperaría que en el futuro la COVID-19 presente nuevas variantes con otras características.

«Con relación a la infección en las personas vacunadas con la variante delta, ésta se puede deber a varios factores, en parte, a la variante en sí, pero si tomamos en cuenta que ninguna vacuna protege un 100 por ciento y en el caso de las diferentes vacunas contra COVID-19 la protección va de 60 al 95 por ciento, es probable que las personas vacunadas e infectadas por esta variante estén dentro del porcentaje que no quedaron protegidas por la vacuna recibida“, consideró la doctora Ana María Castro, académica del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Durante la primera conferencia virtual del ciclo organizado por la Secretaría de Educación Médica para su personal, la especialista recordó que independientemente de que ninguna vacuna tiene una protección del 100 por ciento, es importante vacunarse y continuar con todas las medidas de protección (uso de cubrebocas, lavado de manos y guardar distancia), pues seguirlas va a evitar la infección por coronavirus u otros virus que infectan tracto respiratorio durante la época de otoño-invierno.

Es probable que el síndrome respiratorio agudo grave causado por COVID-19 se deba a una coinfección con bacterias, esto debido a que varios síntomas de este síndrome como son odinofagia, fiebre, cefalea, tos, cansancio, mialgias, artralgias y dificultad para respirar, son el resultado de un proceso inflamatorio típico de bacterias que infectan tracto respiratorio.

Por otro lado, este síndrome se caracteriza por causar daño vascular, los pacientes graves han presentado trombos en vasos pequeños. La OMS, en 2020, informó que uno de los principales riesgos asociados a la infección por el nuevo coronavirus COVID-19 son las complicaciones trombóticas, sobre todo en los enfermos graves.

Tomando en cuenta la presentación de problemas trombóticos tanto en pacientes graves infectados por COVID-19, como en modelos murinos coinfectados con el virus de la influenza, y en autopsias de pacientes que fallecieron por infección de este virus, es probable que la infección por COVID-19 se acompañe de una infección bacteriana.

Finalmente, la doctora Castro propone que en los pacientes que acuden por presentar síntomas del síndrome respiratorio agudo grave, además de la toma de muestra biológica para identificar a COVID-19, se tome otra muestra de exudado faríngeo para cultivo bacteriano con antibiograma, e iniciar tratamiento con el antimicrobiano indicado, de preferencia al inicio de los síntomas de tracto respiratorio superior.

Eric Ramírez