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¿En qué nos basamos para definir lo normal y lo anormal? Aunque en los aspectos físicos puede ser claro, en la conducta se trata de una medición entre lo esperado y lo que no lo es, que puede variar entre los diferentes espacios y culturas.
La manifestación de un trastorno mental se inserta en esta complejidad, aunque con el paso de los años, de los paradigmas científicos y el desarrollo de la investigación se han establecido parámetros para poder evaluar la salud mental.
El doctor Benjamín Guerrero López, coordinador de la Clínica del Programa de Salud Mental del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental en la Facultad de Medicina, refirió que “no todo lo anormal es patológico o es un trastorno; por ejemplo, si llegas a una población diferente en donde hay otras costumbres”.

¿Trastornos o enfermedades mentales?
A inicios del siglo pasado, los términos que se usaban para hablar de estos padecimientos eran solamente neurosis o psicosis. “Alguien con depresión era ‘neurótico’, quien tenía problemas de ansiedad, también; así como un individuo con un problema de personalidad.
“El término neurosis era tan amplio que confundía. No permitía tener una especificidad; se refería a todo y a nada. Lo único que se distinguía era la psicosis, una serie de padecimientos en donde hay una pérdida de la realidad”, explicó el doctor Guerrero López.
Cuando avanzó el siglo XX se empezaron a hacer más estudios para tener precisión en el diagnóstico, y se buscó un término que sustituyera a la neurosis, no obstante, el concepto “enfermedad mental” fue rechazado, tanto por el desconocimiento que existía acerca del origen de estos padecimientos, como por el estigma que carga la palabra “enfermedad” en el imaginario social.

Decir ‘enfermedad’ tiene una connotación muy fuerte, y sobre todo en las enfermedades mentales porque, para la gente, éstas inmediatamente aluden a una situación de gravedad.

“Además, para hablar de enfermedad, habría que especificar cuál era su origen, su etiología, y a mitad del siglo pasado no se conocía bien. Había teorías como la psicoanalítica y otras biológicas que apuntaban un poco, pero no se tenían muchos elementos que nos ayudaran a tener una definición concreta de este tipo de problemas”, indicó el especialista.
De este modo, el término trastorno se empezó a utilizar porque hablaba de una condición clínica que tiene una repercusión en la salud, como alteraciones a nivel cognitivo y emocional.

¿Cómo se diagnostica un trastorno?
Una herramienta fundamental para el diagnóstico son los manuales. La Organización Mundial de la Salud cuenta con uno oficial y la Asociación Psiquiátrica Americana tiene el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, también conocido como DSM, por sus siglas en inglés.
En ellos se clasifican los trastornos mentales de acuerdo con los síntomas que los expertos han referido y consensado para el diagnóstico. “Ahora tenemos muchas herramientas metodológicas y estadísticas que han permitido que haya más evidencias. Hay estudios en los cuales la gente que se ha dedicado a estudiar la bipolaridad, por ejemplo, dice cómo son los pacientes con este trastorno”.
Los especialistas parten de “síntomas clave” que apuntan hacia uno u otro. “El tratamiento de todos es complejo, puede ser farmacológico o psicoterapéutico o una combinación de ambos, pero esa decisión dependerá del tipo de trastorno que se diagnostique”, concluyó.

Mariana Montiel