Mi pasión siempre han sido las ciencias y particularmente las neurociencias, ya que el cerebro es un puente para integrar la tricotomía del humano (un cuerpo, una mente y su trabajo en sociedad con otros) entre lo material y aquello abstracto que no existe en el mundo físico, pero que es tan válido como lo palpable. Pocas disciplinas estudian esta bella interacción, pero ninguna lo hace desde una visión tan humana como la Medicina.

La perspectiva que la sociedad tiene sobre los médicos ha cambiado mucho a lo largo de la historia, resultado de lo dinámicas que son las relaciones humanas, sello innegable de la complejidad.

Durante la mayor parte de la Historia, el médico se ha caracterizado por ser un acompañante en el sufrimiento de las personas, pero eso ha pasado cada vez más de ser una realidad a un mito. Nuestra sociedad posmoderna nos trata constantemente de remodelar hacia las necesidades de lo superficial e instantáneo, alejándonos de quién somos realmente a cambio de placeres vulgares y egoístas.

La mayoría de los estudiantes de Medicina, en primer año, comienzan con una idea muy romántica de lo que esperamos para el futuro. Sin embargo, al paso de los años se van perdiendo ideales, acoplándose a ideas de individualidad y de conformismo.

Considero que es importante buscar y encontrar realmente quiénes somos como individuos y, como una misma comunidad de la Facultad de Medicina de la máxima casa de estudios de nuestro país, buscar el desarrollo científico y social, sin olvidar que nuestro objeto de estudio son las personas que necesitan de una atención integral, la cual no puede satisfacer un solo individuo.

Así como una neurona sin un contexto de otras neuronas no es nada, un médico sin una integrada comunidad de colegas no llegará muy lejos. Por eso, invito al amable lector a que busque la verdad, aquello que es justo y el bien común, desde lo clínico a lo quirúrgico, desde lo científico a lo administrativo y desde la docencia hasta la práctica profesional, consiguiendo la excelencia en la lucha diaria por convertirse en la mejor versión de uno mismo.

Andrés Vega Rosas, alumno de cuarto año de la Licenciatura de Médico Cirujano