Una obstrucción total de las arterias que suministran sangre al corazón desencadena la cardiopatía isquémica, la más común a nivel global.

“La isquemia miocárdica es un proceso que tarda cerca de 20 años en desarrollarse; en la mayoría de los casos obedece a la formación de una placa arteroesclerosa que disminuye de manera importante el diámetro de la arteria coronaria”, explicó el doctor Erick Alexánderson Rosas, jefe del Departamento de Cardiología Nuclear del Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”, tras indicar que la enfermedad que en sus primeras etapas es asintomática, posteriormente desencadena la esclerosis arterial y la esclerotrombosis.

Durante su conferencia “Evaluación anatómica o funcional en pacientes con sospecha de enfermedad isquémica”, que ofreció como parte del Seminario Periódico del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, el especialista habló acerca de las dos maneras en que puede estudiarse el padecimiento.

Anatómicamente: a partir de la medición del calcio en las arterias coronarias para definir si el paciente tiene o no arterosclerosis; revisando las coronarias para saber si tienen o no obstrucción de la luz, y caracterizando la placa arterosclerosa para saber si es potencialmente vulnerable o no.

Funcionalmente: mediante tomografía por emisión de positrones; a partir de un estudio de perfusión orgánica con imágenes que indiquen el grado de perfusión del miocardio; estudiando el flujo sanguíneo en reposo y en estrés, y evaluando la sístole y la diástole, así como la fracción de expulsión de los ventrículos derecho e izquierdo.

El doctor Alexánderson Rosas indicó que, actualmente, trabaja en el uso de fluoruro de sodio para estudiar la vulnerabilidad de la placa arterosclerosa, y en el uso de la fluorodopa para evaluar la inervación miocárdica y receptores simpáticos a nivel del corazón.

Valeria Cuatecatl