“Los médicos familiares somos muy importantes en el sistema de salud porque tenemos una perspectiva más amplia. Trabajamos para entender el contexto social y familiar de nuestros pacientes, su trabajo, su entorno, y cómo todo esto afecta su salud. Confían en nosotros y aceptan nuestros consejos”, consideró la doctora Amanda Howe, presidenta de la Organización Mundial de Médicos Familiares (WONCA, por su sigla en inglés).
Destacó que, conforme la población en el mundo envejezca, los médicos familiares tendrán un papel cada vez más preponderante, pues al ejercer una clínica eficiente no sólo contribuirán a mejorar la atención, sino a reducir los costos de los sistemas de salud. “Así que lo que ustedes hacen realmente importa para las personas y para el gobierno”, aseguró a más de 400 residentes y académicos de los cursos de Especialización en Medicina Familiar avalados por la Facultad de Medicina de la UNAM.
Durante su conferencia “Oportunidades y desafíos profesionales del médico familiar en la globalización”, organizada por la Facultad de Medicina y el Colegio Mexicano de Medicina Familiar, manifestó que los médicos familiares tienen diversas oportunidades de desarrollo: pueden elegir profundizar en algún área de su especialidad; involucrarse en la docencia, la investigación o en la representación nacional o internacional para mejorar la situación de los pacientes y de su profesión, así como acudir a otro lugar del mundo para conocer cómo operan los sistemas de salud.
La también profesora de Atención Primaria en la Universidad de East Anglia, Norwich, Inglaterra, habló de la necesidad de que los médicos familiares sean evaluados por sus pares y que los países cuenten con investigaciones y datos duros que respalden la importancia de su actuación. “Parece que todavía tenemos que trabajar mucho para que las personas entiendan qué tan difícil es ser un médico familiar y para que nos respeten en nuestra comunidad”.
En el auditorio “Doctor Gustavo Baz Prada” del Palacio de la Escuela de Medicina, explicó que WONCA está presente en más de 150 países de siete regiones del mundo y trabaja para que los jóvenes tengan un mejor futuro en el desarrollo de su carrera.
“Les aseguro que vale la pena ser médico familiar, realmente pueden cambiar el sistema y generar confianza para que la gente trabaje con ustedes. Quiero alentarlos a pensar qué pueden hacer desde su práctica clínica diaria, de acuerdo con lo que las personas necesitan, porque eso es parte de su trabajo”, concluyó.
En su oportunidad, el doctor Juan José Mazón Ramírez, jefe de la Subdivisión de Medicina Familiar de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina, recordó que la Medicina Familiar en México data de los años setenta del siglo XX. “En nuestra Universidad surgió en 1974, cuando otorgó el aval académico al Curso de Especialización en Medicina Familiar del Instituto Mexicano del Seguro Social. Desde entonces se han formado miles de médicos familiares para el servicio del pueblo mexicano”.
Lili Wences