La Organización Mundial de la Salud estima que hay alrededor de 50 millones de personas con demencia en el planeta y cada año se diagnostican 10 millones de casos nuevos. Se advierte que para el 2019 habrá 82 millones y para el año 2050, 152 millones. En México hay un aproximado de 900 mil personas con un tipo de demencia, como la enfermedad de Alzheimer, pero para el año 2050 serán más de 6.5 millones. Ante las alarmantes cifras, la Licenciatura en Neurociencias de la Facultad de Medicina reunió a especialistas en la materia, en el marco del Día Internacional del Alzheimer, 21 de septiembre, y la 1era Semana de la Memoria. Factores protectores del envejecimiento cognitivo “El deterioro a partir de los 80 años es muy dramático y en el Laboratorio Experimental de Enfermedades Neurodegenerativas estamos investigando si podemos mejorar la reserva homeostática o cognitiva que nos permita tener un envejecimiento saludable”, dijo la doctora Hilda Martínez Coria, adscrita a la División de Investigación de la Facultad de Medicina, al explicar que la acumulación de las proteínas asociadas al Alzheimer (tau fosforilada y beta-amiloide) inicia entre 10 o 20 años antes del primer síntoma clínicamente detectable. A pesar de que ya se haya iniciado un proceso patológico, indicó la experta, se puede iniciar una intervención biológica en aquellos factores que están provocando el desarrollo de la enfermedad o realizar una terapia ambiental, consistente en actividad física, dieta, estimulaciones sociales y cognitivas. Decisiones para una muerte digna La doctora María Asunción Álvarez del Río, profesora e investigadora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad, enfatizó la importancia de que cada paciente conozca qué puede elegir y cómo manifestarlo antes de la progresión de una enfermedad degenerativa. Definió a la muerte digna como “la mejor muerte posible evitando el sufrimiento y respetando los valores de cada uno”, y abordó las diferentes decisiones médicas sobre el final de la vida que cada paciente puede tomar, como por ejemplo la suspensión de tratamientos ya no curativos. Refirió que, en México, se tiene que trabajar en lograr diagnósticos tempranos, reconocer la autonomía de los enfermos, dar claridad legal y educar a pacientes, familiares y médicos sobre el tema, así como ampliar las opciones legales que se pueden tomar respecto a la muerte. Contaminación por ozono, estrés oxidativo y Enfermedad de Alzheimer El ozono es un contaminante secundario que se forma a partir de dióxido de nitrógeno y otros compuestos que se producen por la combustión incompleta de elementos fósiles e hidrocarburos en presencia de la luz ultravioleta. “Nosotros respiramos pequeñas dosis que, si nos exponemos a ellas de forma repetida, provocan un incremento crónico de las especies reactivas de oxígeno en el cerebro”, señaló la doctora Selva Lucía Rivas Arancibia, académica del Departamento de Fisiología. Las bajas dosis de exposición a ozono producidas por la contaminación ambiental causan inhibición de nuestros sistemas antioxidantes y esto lleva a un estado crónico de estrés oxidativo y a una pérdida de la regulación de la respuesta inflamatoria en nuestro organismo. La doctora Rivas Arancibia refirió que las señales oxidantes regulan un gran número de procesos fisiológicos. En los resultados de la investigación que realizó en el Laboratorio de Estrés Oxidativo utilizando un generador de ozono, adaptado para dicho fin, se expuso a ratas Wistar a bajas dosis de ozono equivalente a dosis de precontingencia ambiental (0.25 partes por millón), durante tres meses por 4 horas diarias, encontrando oxidación de biomoléculas, alteración de sistemas antioxidantes, déficit de ATP, pérdida de regulación de respuesta inflamatoria, alteración en la regulación de la señalización intracelular y de las estructuras proteicas. Con este modelo demostró, algunas vías fisiopatológicas por las cuales la contaminación puede llevar a la enfermedad de Alzheimer y como en animales sanos expuestos a bajas dosis de ozono, se producen acúmulos tanto intracelulares como extracelulares de beta-amiloide 1-42, las neuronas del hipocampo mueren, existe una activación de la glía y se bloquean los sistemas de reparación celular, similar a lo que sucede en los pacientes con Enfermedad de Alzheimer. Reprogramación celular para el estudio del Alzheimer La demencia es un síndrome caracterizado por el deterioro de la función cognitiva. El 60 por ciento de los casos es del tipo Alzheimer, explicó la doctora María del Carmen Cárdenas Aguayo, profesora del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina, quien lidera el Laboratorio de Reprogramación Celular de Enfermedades Crónico- Degenerativas. El problema radica en la dificultad para poder diagnosticar este padecimiento. “Con pruebas cognitivas puedes saber que el paciente tiene demencia, pero no puedes saber qué tipo, el único diagnóstico certero hasta el momento es el post mortem”, en el que se detectan los dos tipos de lesiones histopatológicas en el cerebro de los pacientes: las placas neuríticas (compuestas principalmente por el péptido Amiloide beta) y las marañas neurofibrilares (compuestas esencialmente por la proteína tau hiperfosforilada), refirió la doctora. A pesar de que esta enfermedad es propia del ser humano, los principales modelos para estudiarla son animales, en especial los ratones transgénicos. “Necesitamos alternativas que utilicen células humanas para evaluar fármacos y entender la patología. Por ello, estamos trabajando en tres abordajes: células humanas del neuroepitelio olfatorio, células mesenquimales de la pulpa dental que se obtiene de dientes que se han extraído  por razones odontológicas, y células madre pluripotentes inducidas (iPS) a partir de biopsias de la piel de los pacientes”, explicó. Estos modelos se basan en la investigación del premio nobel de  Fisiología y Medicina del 2012, Shinya Yamanaka, sobre reprogramación celular. De acuerdo con la especialista “es necesario utilizar células somáticas humanas para poder obtener a partir de la reprogramación y la diferenciación, células neurales paciente-específico y así reconocer nuevos blancos terapéuticos y evaluar la eficacia de fármacos”. También refirió que en su laboratorio se están analizando fibroblastos de una familia Italiana y una Canadiense con Alzheimer familiar (hereditario, correspondiente a sólo el 5% de los casos). “Esas células las vamos a reprogramar. Lo que más nos interesa es comprender qué pasa con ellas en comparación con células de controles no afectados por esta patología”, mencionó. La especialista aseguró que las ventajas de estas técnicas son amplias, pues “reducen las implicaciones éticas de utilizar las células embrionarias, versus utilizar células somáticas de la piel del paciente para obtener células iPS, y de ahí derivar neuronas” y afirmó que “pueden ser útiles en el modelaje de enfermedades, para estudio de los mecanismos moleculares involucrados, desarrollo de fármacos con potencial aplicación en el ser humano a diferencia de los resultados obtenidos hasta el momento con modelos murinos”.

Samedi Aguirre y Mariana Montiel