La violencia no es natural, es aprendida a través de la construcción sociocultural en género y puede mostrarse en cualquier tipo de interacción social”, advirtió la maestra Ena Eréndira Niño Calixto, responsable del Programa de Sexualidad Humana de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Al definir a la violencia como el sometimiento de una persona a otra para tener el control, explicó la diferencia entre violencia de género y violencia sexual, la primera es cualquier acción u omisión contra alguien derivada de su condición de género, de su orientación o preferencia sexual, que resulte en daño, malestar o sufrimiento en los aspectos físicos, psicológicos, patrimoniales, económicos o sexuales. La segunda involucra cualquier práctica de tocamiento del cuerpo y los genitales sin el consentimiento de las personas.

En el marco del Seminario Permanente de Género y Salud, la especialista consideró que la mayoría de las personas están tan acostumbradas a la violencia que no la perciben como tal, les parece natural, la viven día a día a tal grado de que la han normalizado.

Al señalar que la violencia de género se puede manifestar de manera física, psicológica, simbólica, económica y sexual, resaltó algunas acciones que son clave para identificar a quien ejerce violencia, entre ellas son: rechazar el diálogo; deformar el lenguaje; utilizar el sarcasmo, la burla y el desprecio; mentir; descalificar; desacreditar; hacer omisión y aislamiento; realizar rituales de iniciación, e inducir al error. “Estas acciones pueden subir de nivel hasta llegar a provocar hostigamiento, acoso sexual o violación”.

La doctora Niño Calixto indicó que hay varios tipos de violencia sexual, los cuales pueden ser: abuso sexual de infantes o de personas con discapacidad, violación en el matrimonio o por asalto, esclavitud sexual, matrimonios forzados y la negación a usar preservativo.

Por otro lado, explicó que la coerción es cuando se obliga a una persona a hacer algo en contra de su voluntad ejerciendo poder físico, psicológico y/o económico; y la coacción es cuando parece que la persona violentada está de acuerdo con hacer lo que se le pide, pero en realidad no quería. Por tanto, establece que las estrategias de control de poder pueden ser: la seducción, el uso de secretos, el chantaje y la extorsión.

Otra característica de la violencia es que es intangible y también inmensurable, a menos que ya haya agresión física. Cuando esta última se entrelaza con arrepentimiento, paz y amor, forma un ciclo, que a su vez provoca en los receptores miedo, angustia, ansiedad, depresión y somatizaciones.

La especialista se refirió al Programa de Sexualidad Humana, en el que labora con un modelo de intervención psicosocial desde hace 10 años, el cual ha servido para atender a los receptores y generadores de violencia, sobre todo entre la comunidad universitaria. Las terapeutas especializadas en violencia de género trabajan cuatro ejes fundamentales: vida cotidiana, sexualidad humana, perpectiva de género y no violencia en la intervención psicosocial, mediante un sustento teórico y metodológico.

En este sentido, enfatizó que el proceso de atención psicológica tiene tres pasos: evaluación, intervención y seguimiento. “Se necesita explorar la historia de vida de la víctima para restablecer su seguridad”, advirtió.

 

Samantha Cedeño