La ranitidina es un fármaco que se clasifica dentro de los bloqueadores de los receptores de la histamina tipo 2 y se utiliza para el control de la secreción de ácido que produce el estómago en enfermedades como la úlcera péptica, gastritis y enfermedad por reflujo, incluso llega a ser un buen tratamiento para prevenir úlceras por estrés en pacientes que están en unidades de cuidados intensivos.

En octubre de 2019, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios prohibió la venta y consumo de este medicamento, debido a que se encontraba contaminado con “N-nitroso-dimetil-amina”, a niveles bajos pero que rebasaban lo establecido para un medicamento, ya que se clasifica como un agente cancerígeno, haciendo al consumidor final propenso a desarrollar cáncer en el hígado.

La doctora Nayeli Xochiquetzal Ortiz Olvera, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, explicó cómo este medicamento ha estado tantos años en el mercado y por qué las autoridades han decidido sacarlo hasta ahora.

“La formación de este tipo de impurezas (N-nitroso-dimetil-amina) en el fármaco, es debido a que durante el proceso de producción (cloroaminación) de la ranitidina hubo contaminación y, como consecuencia, la formación de ‘N-nitroso-dimetil-amina’ en cantidades que se consideran de riesgo para la salud. Cuando se vio que podría estar produciendo cantidades dañinas del compuesto, se empezaron a hacer algunas investigaciones y fue hasta el año pasado que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos prohibió el uso de este medicamento”, indicó la doctora Ortiz Olvera.

“Antes de este caso no se había detectado alguna anomalía con la ranitidina, de tal manera que no tendría que producir algún problema en la gente que la ha tomado previamente”.

Dra. Nayeli Ortiz

“Es algo relativamente nuevo, no es de todo el tiempo que hemos tomado el fármaco. Valdría la pena mencionar que la formación de ‘N-nitroso-dimetil-amina’ es parte de este tipo de medicamento”, explicó la especialista en Gastroenterología.

Asimismo, indicó que hay alternativas farmacológicas como la famotidina, el omeprazol, el pantoprazol o el lansoprazol, que son inhibidores de la bomba de protones, y actúan sobre la secreción de ácido. Otra alternativa es el uso de algunos antiácidos de marca libre o geles para calmar los síntomas en caso de que no sean frecuentes.

Hasta el momento, el actuar de las autoridades ha sido la correcta al informar sobre el caso y dar las recomendaciones de forma entendible. Ahora corresponde a los médicos no recetarla, a las farmacias no venderla y a las personas no tomarla y, en caso de que se la receten, exigir una alternativa, concluyó la doctora Ortiz Olvera.