Cualquier sonido que un oyente encuentre indeseable se define como ruido, “es el contaminante que perturba a más personas en su vida cotidiana, al presentarse hasta cuando dormimos”, aseguró el doctor Fausto Rodríguez Manzo, jefe del Área y Laboratorio de Análisis y Diseño Acústico de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco (UAM-A), al exponer el tema “Ecología, ruido y salud en la Ciudad de México”.

En la sesión cultural del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina, el también miembro de la Red Ecología Acústica-México (REA_MX) recordó que, desde 2011, la Organización Mundial de la Salud hizo un llamado de alerta acerca del riesgo de los efectos del ruido ambiental en la salud, al identificarlos como una carga de morbilidad importante que provocan millones de años de vida perdidos, considerándose, al día de hoy, al tráfico vehicular como la primera y más grave dificultad en el tema para la capital del país.

“La contaminación acústica es un proceso de desequilibrio entre el aumento en cantidad del tipo y nivel sonoro de las emisiones acústicas y el comportamiento del sonido en la ciudad, que afecta tanto el bienestar físico, como el mental y social”, advirtió el especialista al señalar que influye en la calidad de vida de las personas, y puede traer consigo síntomas fisiológicos y psicológicos reales, convirtiéndose en una amenaza para la salud.

Estudios han demostrado cómo va desapareciendo el canto de los pájaros por el efecto directo del ruido sobre ellos, y a su vez cómo las plantas lo resienten.

“Hacen falta normas que regulen el problema para protegernos del ruido externo. Toda persona tiene el derecho a gozar de un medio ambiente sano y ambientalmente equilibrado para su desarrollo; corresponde al Estado garantizar este derecho”, enfatizó.

Por ello, recordó que entre 2009 y 2011 en conjunto con la Secretaría del Medio Ambiente del gobierno de la ciudad, creó el Primer Mapa de Ruido y se implementó la Red de Monitoreo para la Zona Metropolitana del Valle de México. “No olvidemos la necesidad de diseñar con la naturaleza, pensar las ciudades sostenibles ante la crisis urbana, como la creación de zonas de descanso y amortiguamiento sonoro, lugares donde las personas que están constantemente expuestas al ruido, puedan descansar de esa contaminación”.

“Este problema podrá ir poco a poco desapareciendo y transformándose en un paisaje sonoro, por eso es fundamental pensar en un ambiente acústico saludable, socialmente responsable, ambiental y resiliente”, concluyó el también profesor del Programa de Posgrado en Diseño y Estudios Urbanos en la UAM-A.

Los cinco principales efectos para la salud son:
Estrés y ansiedad
Tinitus o acufeno
Perturbación del sueño
Discapacidad cognitiva en niños
Enfermedades cardiovasculares.

Mariluz Morales