Actualmente, a nivel mundial existen diversas pruebas para la detección de la enfermedad COVID-19; cabe destacar que éstas pasaron por diversos procesos para ser aprobadas y, posteriormente, utilizadas. Sin embargo, para entender cómo se logra una aplicación de pruebas útiles para detectar la enfermedad, es necesario comprender su fisiopatogenia y, por tanto, su comportamiento.

“Primero tenemos un par de semanas donde se entra en contacto con el virus, por lo que se produce una replicación dentro del organismo; en esta etapa se puede presentar catarro, tos y fiebre. En este punto es fácil detectar la presencia del virus, pues la replicación del agente es alta, después, pasando dos semanas aumentan otros componentes de la respuesta inmune, anticuerpos llamados Inmunoglobulinas (Ig), de las cuales las IgM se expresan en etapas tempranas y las IgG en etapas crónicas de la enfermedad”, explicó el doctor Omar F. Carrasco, jefe del Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Es por esto que existen diversas pruebas. De acuerdo con el doctor Omar Carrasco, hasta la segunda semana de la enfermedad es fácil determinarlo por pruebas moleculares mediante una reacción en cadena de la polimerasa, mediante el protocolo de Berlín en el que se determina la presencia de RNA polimerasa de la nucleocápside o la envoltura del virus, después de este tiempo ya no hay suficiente material genético viral, por lo que dichas pruebas carecen de utilidad. Este tipo de pruebas necesitan equipo especializado y material específico para la toma de muestras, si no son tomados de manera correcta, pueden dar falsos negativos.

Por su parte, el doctor Gustavo Olaiz Fernández, coordinador del Centro de Investigaciones en Políticas, Poblaciones y Salud, mencionó que las pruebas rápidas no sirven para hacer un diagnóstico, sin embargo, son una opción de conocer qué ha pasado con la epidemia, la condición de la población y, por tanto, la prevalencia de quien ya tuvo la enfermedad.

“Hasta el momento ninguna prueba es capaz de determinar si las personas son inmunes o no a la enfermedad, pero los ensayos que siguen vigentes mencionan que por lo menos hay entre 40 y 50 días en los que la gente se mantiene inmune porque tiene niveles elevados de anticuerpos circulando”, manifestó el doctor Olaiz Fernández.

A su vez, el doctor Luis Fernando Hernández Lezama, asesor científico de la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud), habló sobre las acciones más importantes que se han tomado en este brote. “Debemos saber que la regulación sanitaria es una herramienta fundamental para la salud pública, además es resultado de una mezcla de varias áreas, por lo que es una transdisciplina que tiene el objetivo de eliminar, controlar o minimizar las fuentes de riesgo.»

“Podemos tomar como referencia lo realizado por la agencia de medicamentos de Estados Unidos, primero realizó una política pública, donde se conjuntaron diversos centros para proveer a las autoridades sanitarias de los instrumentos necesarios y, por tanto, que pudieran hacer gestión en materia de salud pública”, comentó el doctor Hernández, en la transmisión de Facebook Live de Funsalud.

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Diana Karen Puebla