El concepto de belleza es a la fecha una de las controversias que más tiempo han acompañado al hombre y a la evolución de las civilizaciones. Cuando se dice que una cosa es bella o estética, ¿se le atribuye una cualidad que posee por sí misma o se trata más bien de una cualidad otorgada por el observador? La antigua Grecia fue una de las primeras civilizaciones en plantear este cuestionamiento.

“La belleza en términos clásicos la identificamos muy bien, imaginamos cuerpos anatómicamente perfectos que evidencian la armonía y la proporción, vemos rostros que no revelan ningún tipo de imperfección, pero que a la vez son realmente humanos; así, la naturaleza vista por los griegos, pareciera que fuese sometida a una especie de filtro idealizante, debido a una especie de anhelo de alcanzar la perfección en todas las áreas del conocimiento y las expresiones humanas, basadas en un cuerpo físico hermoso que refleja un estado moral, relacionado con la idea de un ser humano con una gran ética, inteligencia y capacidad”, destacó la maestra Nuria Galland, coordinadora de Servicios Pedagógicos y Contenidos Académicos del Palacio de la Escuela de Medicina.  

Respecto al origen de la belleza, explicó que los sofistas promovieron la estética subjetivista, en la que sostenían que las cosas bellas son neutrales, y el hombre es el que atribuye la cualidad de belleza, y los pitagóricos plantearon la idea de la estética objetivista, donde la belleza existe en sí misma y se puede comprobar numéricamente; así, la belleza deriva de la armonía, que procede del orden, que emana de la proporción, que resulta de la medida, que deriva del número 1.618….

“Se trata de la estética cosmocéntrica, en la que la belleza es una propiedad del universo; según ellos, el hombre no la inventa, sino que la descubre, lo único que tiene que hacer es observarla y descubrir esta relación armónica que se expresa en un número, nada que sea bello lo es sin proporción, porque hay cosas que siempre han sido bellas por su naturaleza, ya que la belleza no depende de los ojos, sino de la razón”, afirmó la maestra Galland durante el Curso-Taller de Historia del Arte “¿Hay belleza por sí misma? La armonía y proporción en la antigüedad clásica”.

Posteriormente, planteó un ejercicio de medir la relación proporcional que existe entre el cuerpo y los segmentos que lo conforman. ¿Cómo sacar el número de oro? Primero, se debe medir la altura total, después la distancia del segmento mayor, es decir, de las plantas de los pies hasta el ombligo, y dividir la altura entre el segmento mayor y normalmente tiene que salir una cifra muy parecida al 1.618….

“En este contexto hay que entender que somos una observación nacida de los pitagóricos aplicada al arte y a diseños que rodean a nuestra vida diaria, sin embargo, cuando vamos a los museos y observamos los vestigios de esta civilización y reconocemos la belleza, en realidad estamos faltando a un principio básico que ellos sostenían: la idea proporcional del todo, porque lo que observamos sólo son los vestigios, pero sin duda, nadie puede negar la fuerza expresiva de sus obras y pensamientos, y la manera virtuosa de trabajar la piedra”, concluyó la experta. 

Victor Rubio