En la lucha frente a una enfermedad como la COVID-19, no hay nada más importante que la atención oportuna y las decisiones precisas, especialmente en aquellos sectores donde los recursos son escasos. Javier Mancilla Galindo, médico pasante de Servicio Social, trabajó en el desarrollo y validación de un modelo que presenta un puntaje de riesgo para predecir el riesgo de muerte en pacientes con este padecimiento a partir de la consideración de diversos factores.

Un amplio grupo de médicos de distintas áreas y especialidades colaboraron y ofrecieron orientación en favor de la realización de este modelo y su posterior publicación (https://bit.ly/2JFIdPJ). El proceso ameritó dos etapas: desarrollo y validación. La primera de ellas abarcó un periodo del 24 de febrero (primer caso sospechoso) hasta el 30 de mayo de 2020; fue necesario utilizar la base de datos de COVID-19 que se puede obtener del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica.

“Lo que hicimos fue evaluar los riesgos de cada una de las variables que se incluyen en esa base y usamos modelos estadísticos para ver cuál es el riesgo que les confiere. Después las volvimos a analizar en un segundo modelo para ver cuáles sí podían ser candidatas para hacer el puntaje. Así fue como nos dimos cuenta de que estar embarazada como tal no es un factor de riesgo, sino que el riesgo lo adquieren por enfermedades o edad”, explicó.

Al evaluar cerca de 85 mil casos pertenecientes a todo el país, los especialistas llegaron a la determinación de que la edad es el factor de riesgo número uno. Incluso, aseguran que una persona sana, pero 10 años mayor que otra que padece hipertensión o alguna enfermedad pulmonar, es más propensa a sufrir desenlaces adversos.

Del 1 de junio al 23 de julio de 2020 se hizo la validación, ahora en alrededor de 100 mil casos. “Ya que desarrollamos el modelo, nos esperamos unos meses para que se fueran actualizando y subiendo nuevos pacientes a esta base de datos. Validamos el modelo en esta serie de nuevos pacientes para ver si en realidad el modelo podía predecir bien el riesgo de fallecer”, apuntó el médico pasante.

Pese a que ya existían muchos puntajes de riesgo, estos requerían estudios de laboratorio o estudios de imagen, algo que imposibilita la clasificación del riesgo en el primer contacto con el paciente. Después de una serie de preguntas, el médico puede calcular si el paciente tiene un riesgo bajo (-2 a 2), medio-bajo (3 a 5), medio (6 a 8), medio-alto (9 a 15) y alto (>15), de acuerdo con la suma total de puntos.

El objetivo principal es ayudar a los médicos que trabajan en regiones donde no hay suficientes recursos o en las cuales existen limitantes geográficas, como la distancia. Sin embargo, Javier asegura que “también habría un beneficio a nivel del uso más eficiente de los recursos disponibles de salud, un problema que hemos visto acentuado en esta pandemia. No hay suficientes camas para atender a todos los pacientes en caso de un eventual brote que se salga de control.”

Javier agradece a la doctora María Magdalena Aguirre García, profesora titular del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina y responsable de la Unidad de investigación UNAM-INC, por el apoyo brindado durante la realización de su Servicio Social.

Guillermo Navarro