#TalentoFacMed

La pintura desarrolla múltiples y variadas capacidades en las personas que la practican, como la paciencia, la concentración, la perseverancia, la expresión y la diversión. En estos tiempos de cuarentena, esta disciplina podría servir para despejar la mente de todos los problemas que existen, tal como lo hizo Diana Monserrat Silvas Baltazar, alumna de séptimo semestre de la Licenciatura en Neurociencias, quien aprendió a pintar, de forma autodidacta, durante esta pandemia.

“De alguna manera empecé a externar mi interés por querer aprender a pintar, así que como regalo de aniversario mi novio me regaló mi primer kit para hacer pintura al óleo. A los dos días recibí una noticia familiar muy fuerte y me puse a pintar como pude y lo que pude. Lo único que quería en esos momentos era distraerme para no pensar en esa situación, pero también buscaba cómo sobreponerme a lo que estaba viviendo. Ese día fue cuando hice mi primer pintura”, recordó Montserrat Silvas.

De esta manera y a través de videos, la alumna comenzó a entrar en el mundo de la pintura, conoció los materiales, aprendió técnicas y entró a grupos de Facebook donde pintores principiantes e intermedios comparten sus creaciones para recibir retroalimentación y crecer en conjunto.

Entre sus referentes se encuentran Vincent Van Gogh, con pinturas como Almendro en flor, o el arquitecto Alfredo Márquez, quien le ha ayudado a crear y recrear sus ideas. Asimismo, el neurocientífico Greg Dunn la ha inspirado, pues también es un artista autodidacta que empezó a notar que los tejidos cerebrales forman paisajes y comenzó a hacer pintura con ello.

En cuanto a su carrera, ella siempre supo que quería ser científica: “Durante mis años de bachillerato los temas del sistema nervioso me cautivaron y me dio la pauta para descubrir que existían las neurociencias. Considero que éstas son uno de los grandes retos que enfrenta la ciencia al tratar de entender y descubrir los procesos que surgen del sistema nervioso, que es altamente complejo, pero también se vuelve extraordinario. Literalmente somos un cerebro con pies que hace actividades tan simples como respirar, hasta tratar de resolver problemas filosóficos”, afirmó.

Eric Ramírez