Nuestro país atraviesa uno de los retos más importantes en la historia contemporánea, un reto invisible que nos ha orillado al distanciamiento físico, pero que también ha hecho patente cómo la voluntad de las y los profesionales de la salud de nuestro país es un valor inquebrantable que, junto con el apoyo de cada ciudadana y ciudadano, nos permitirá superar esta crisis sanitaria.

La Facultad de Medicina de la UNAM ha tenido un papel fundamental al duplicar esfuerzos para cumplir con la responsabilidad social que caracteriza a la Universidad, ya sea desde la contribución científica, la difusión de información y la continuación de la docencia. Sin duda alguna uno de los proyectos más ambiciosos en los que ha participado es en la coordinación de la Unidad Temporal COVID-19 (UTC-19) en el Centro Citibanamex.

Dentro de los aspectos más importantes que ha permitido la creación de esta Unidad, fue la transformación conceptual de la vocación. Cientos de mujeres y hombres jóvenes egresados en su mayoría de nuestra máxima casa de estudios acudieron al llamado solidario para atender a nuestros connacionales en el acto de amor patriótico que demanda nuestra sangre mexicana. Este llamado tenía una particularidad muy importante, el desconocimiento en su totalidad del agente al que se enfrentarían, situación que lo convertía por sí mismo en un evento lleno de incertidumbres, pero también de anhelos.

La UTC-19 brindó la oportunidad de reflexión ante una crisis global, incluso nos permitió replantear el concepto de vocación utilizado como premisa para el forzamiento de la participación activa durante la pandemia, prácticas que fueron en algunas entidades sin remuneración o incluso sin garantías para la seguridad propia y la de los familiares próximos.

Aquí sirvió de contraste al resaltar la capacidad de médicos y médicas jóvenes, cuya voluntad de ayudar está siendo remunerada de manera justa y con los estándares internacionales de equipo de protección personal. Esto ha demostrado que nosotros como recién egresados y pasantes estamos listos para enfrentar los problemas que han surgido, teniendo actitud de servicio, proactividad y un ímpetu de responsabilidad social y ética mediante propuestas que colaboren en la mejora continua en los sistemas de gestión que nos conduzcan a resultados como los que hoy puede presumir con orgullo esta Unidad Temporal.

Es momento de repensar el significado que la vocación tiene para todas y para todos, que nos permita saber que la seguridad no es un privilegio sino un derecho social, que nos permita retomar las iniciativas para el mejoramiento de los esquemas de formación y de gestión institucional y académica mediante el diálogo para el bienestar de nuestras generaciones y las futuras.

Dentro de los pilares de atención que la visión juvenil que ha dotado a la fuerza laboral auriazul de la Unidad Temporal se han dado enormes ejemplos de profesionalismo, como la colaboración en puestos de liderazgo y capacitación, para mantener la atención clínica en los más altos estándares de evidencia y en el que parte de nuestros egresados voluntariamente han participado dando siempre un extra al mínimo requerido.

Sin duda, otro de los aspectos en los que la presencia de nuestros egresados y pasantes se ha hecho patente es la calidez humana que ha caracterizado a la atención que damos a nuestros pacientes.

La redefinición de altruismo y vocación determinará la manera en la que nuestro entorno académico y laboral evolucione y sea paulatinamente más apto para nuestra sociedad, dejando atrás el anacronismo.

Andrés Quintero Leyra y Dennys Michel Onofre Corredor