Los avances sociales, tecnológicos y en investigación presentan una transformación importante cuando se considera la cooperación y su desarrollo a través de una perspectiva de género, ya que permite enfocar los esfuerzos de trabajo hacia un crecimiento basado en la equidad, que permita a mujeres y hombres desenvolverse en ámbitos profesionales, sociales y de la vida diaria basados en la justicia y la igualdad de condiciones.

En la mesa de diálogo “Género en…”, organizada por el Programa Institucional de Ética y Equidad de Género, y la Comisión Especial para la Equidad de Género del Consejo Técnico de la Facultad de Medicina de la UNAM, la doctora Elvira Sandoval Bosch, de la Licenciatura en Ciencias de la Nutrición Humana (LCNH) explicó que, en general, las mujeres tienden a tener una complexión más pequeña, por lo que su consumo energético es menor, pero esa diferencia biológica ha permeado en factores sociales y culturales que han dictado que las mujeres tienen que comer menos, además de otros aspectos biológicos que han sido tratados como estigmas sociales, como el caso de la lactancia materna.

“La falta de perspectiva de género ante necesidades específicas impide que las intervenciones brinden soluciones certeras y, por otro lado, nos hace pensar erróneamente que existen alimentos femeninos y masculinos, asociando a las carnes y los alimentos altos en grasa con la masculinidad y los alimentos light a estereotipos en la mujer reforzados en la publicidad y sus campañas enfocadas hacia cómo se tiene que ver una mujer delgada”, recalcó.

La doctora Sandoval Bosch señaló que en la LCNH tienen el compromiso de generar el cambio desde la formación, con la profesionalización docente con perspectiva de género y se cuenta con un plan de estudios considerando esta línea, en el que existen asignaturas obligatorias con perspectiva de género como Antropología y Sociología de la Alimentación, Filosofía e Historia de la Alimentación y Perspectiva de Género en la Alimentación.

Por su parte, la doctora Zoraida García Castillo, Coordinadora de la Licenciatura en Ciencia Forense (LCF), señaló que actualmente cuentan con dos asignaturas con perspectiva de género: “Derechos Humanos y Criminalística con Perspectiva de Género” y “Victimología con Perspectiva de Género”, permitiendo así un análisis transversal para que el género cruce por las ciencias y técnicas que trabajan con la justicia y que se incluyen en la carrera y el perfil del científico forense.

“Al momento de dictaminar en un caso controvertido en el área jurídica o judicial, el científico forense tiene que aplicar la perspectiva de género si el caso lo amerita. Existen múltiples guías, protocolos y normas nacionales e internacionales vigentes que hablan sobre el respeto a la dignidad de las víctimas, garantizar la recuperación del cadáver y muestras biológicas, supervisar la cadena de custodia, no autorizar la inhumación si no ha terminado la investigación, informar a los familiares, entre otros aspectos. Además, existen elementos especiales que toma en cuenta el científico forense cuando se enfrenta a un caso de violencia de género, la investigación penal se realiza poniendo énfasis en las necesidades de las víctimas de violencia y todas las muertes de mujeres deben de analizarse con perspectiva de género”, destacó la doctora García Castillo.

En el evento transmitido por Facebook Live de la Facultad y moderado por la licenciada Karla Ivonne Vázquez Barrera, Académica de la LCF, la doctora Alicia Castillo Martínez, Coordinadora de Evaluación de la Licenciatura en Neurociencias, y la estudiante Vania Lizeth Navarrete Hernández, de la misma licenciatura, hablaron de la perspectiva de género en esa área.

La maestra Castillo Martínez hizo un recorrido histórico por las neurociencias y resaltó que actualmente en la carrera tienen 55.8 por ciento de alumnas en todos los semestres y 44.2 por ciento de hombres. “Es interesante ver cómo en la cuestión del estudio hay más mujeres; sin embargo, a nivel de docencia hay 30 por ciento de mujeres y 70 por ciento de hombres, por ello es importante trabajar para cerrar estas brechas”, indicó.

Por su parte, la estudiante Vania Lizeth contó su experiencia en la carrera, en donde dijo que, a pesar del esfuerzo y los reconocimientos, a la mujer no siempre se le toma en cuenta para realizar análisis de datos o trabajos similares, pues se les sigue considerando como incapaces.

También, advirtió sobre la problemática del neurosexismo, el cual se define como un conocimiento científico verdadero que se deforma para poder sustentar prejuicios propios. “Si hombres y mujeres nos integramos y no sólo como disciplinas, sino como individuos, vamos a solucionar mejor los retos que enfrentamos para entender mejor este maravilloso y complejo órgano que es el cerebro”, indicó.

Para hablar de “Género en Fisioterapia”, la licenciada Fernanda Xilonen García Albiter, Académica de la Licenciatura en Fisioterapia, destacó el informe del Observatorio Laboral del tercer trimestre de 2020, donde se señala que 90 mil 861 profesionales de la salud pertenecientes al área de terapia física tienen un empleo remunerado, de los cuales aproximadamente 73 por ciento son mujeres y 27 por ciento son hombres. Sin embargo, el ingreso promedio mensual de las mujeres es de 9 mil 150 pesos, y el de los hombres es de 11 mil 400 pesos.

“Este último dato, desde mi perspectiva, es crucial, pues nos indica las distinciones de género que existen en la fisioterapia, ya que estadísticamente podemos observar que los hombres se ven favorecidos monetariamente a pesar de que existen más mujeres que se desempeñan en esta área”, apuntó.

Por otro lado, destacó que los fisioterapeutas deben prepararse e informarse sobre temas de género, pues muchas veces son de los primeros profesionales de la salud en detectar violencia en contra de las mujeres. “Es importante capacitarnos para saber cómo actuar ante estos casos y que estas situaciones no pasen desapercibidas”, resaltó.

Para cerrar su participación, reconoció a algunas fisioterapeutas importantes a lo largo de la historia, como Estrid Vodder, quien colaboró en la “Técnica de drenaje linfático manual”; Françoise Mézières, creadora del concepto de cadenas musculares y del “Método Mézières”; Bertha Bobath, quien creó el método de rehabilitación, conocido como “El concepto Bobath”; y Florence Kendal, quien participó en la elaboración de la primera edición del libro Músculos, pruebas y función, en el año de 1949.

Victor Rubio y Eric Ramírez