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El saxofón, convertido en uno de los reyes del jazz, es un instrumento que, a través de sus aberturas, emite adornos e improvisaciones de gran riqueza que alimentan con sabor el alma, lo cual está muy claro en las neuronas de Allan Irasek Rico Becerra, estudiante de la primera generación de la Licenciatura en Neurociencias.

Empezó a tocar el saxofón desde primero de secundaria y quedó fascinado al ver una presentación de un taller de instrumentos musicales. En la clase, el profesor le mostró los instrumentos disponibles y el saxofón lo atrapó inmediatamente debido a que es muy elegante, con una gran belleza y con una dulzura inigualable en su sonido; especialmente el saxofón alto, pues permite protagonismo.

Después de aprender a tocar, se adentró a escuchar jazz y desde entonces los saxofonistas que más lo han inspirado han sido Paul Desmond, Chu Berry y Lester Young. Como buen conocedor, lo que más ha disfrutado es el swing por la armonía y festividad que expresan, así como del jazz afrocubano, cuya variedad de instrumentos emiten indicios tropicales con lo clásico de este ritmo.

Allan estudia Neurociencias para conocer las bases cerebrales del comportamiento y de los procesos mentales, integrando disciplinas como la Química, la Biología y las Matemáticas. Esto no quiere decir que abandonará las artes, al contrario, busca que estén en su vida, pues le hacen sentir mejor y mantener un buen estado de ánimo, en especial en estos tiempos de confinamiento.

Para combinar su pasión por la carrera y la música piensa realizar un modelo que arroje información sobre cómo es tocar el saxofón para el cerebro. Asimismo, le gustaría estudiar la técnica de estimulación magnética transcraneal para encontrar más relaciones causales sobre el funcionamiento del cerebro y ver cómo ciertas partes de la corteza influyen en la ejecución de un instrumento musical.

Asimismo, afirma que el cerebro es un factor fundamental para la creación de todo tipo de arte. “La parte emocional y sentimental que un artista emplea para la creación sale del cerebro, todas sus emociones emanan de ahí y su capacidad de expresarla también tiene una base cerebral”, aseguró.

Ana Camila Pérez