“La labor de un médico en su Servicio Social es un gran beneficio con el que cuenta la comunidad, pues la salud es un derecho y creo que hacemos una diferencia al poder promoverla en la población marginada que no cuenta con acceso a este servicio. Hemos aprendido a trabajar en equipo y las diversas urgencias que se nos han presentado nos han enseñado las habilidades que posee cada una, con la finalidad de atender y brindar la mejor atención al paciente”, destacaron Esthefany Ruiz Cardoso y Ariana Ludim Molina Hernández, médicas pasantes de la Facultad de Medicina de la UNAM, quienes realizan su Servicio Social desde el pasado 1 de febrero en la Unidad de Medicina Rural 127 “Velardeña”, Durango.

Como parte del “Programa Acción Comunitaria”, las universitarias también se han trasladado a diversas comunidades que se encuentran en pobreza extrema y no cuentan con los medios para acudir a los centros de salud, visitando a las personas para realizar tomas de presión arterial y glucosa, hacer chequeo a niñas y niños menores de cinco años, y buscar a mujeres embarazadas para darles seguimiento durante su periodo de gestación, para de esa forma ayudar a disminuir la mortalidad materna.

Asimismo, Esthefany Ruiz resaltó que realizar su Servicio Social en una sede rural “te forja carácter, te hace ser empática con la gente, y pones en práctica todos los conocimientos que adquiriste durante la carrera; además, te das cuenta cómo es el mundo laboral”.

Por su parte, Ariana Molina comentó que deseaba realizar su Servicio Social en el área rural porque quería darse la oportunidad de vivir nuevas experiencias, y consideró que, a pesar de contar con desarrollo clínico durante toda la carrera, el Servicio Social es totalmente diferente, pues en este caso ellas son las médicas a cargo de su comunidad.

Dentro de sus experiencias en el Servicio Social, las médicas pasantes se han dado cuenta que realmente pueden impactar en la vida de las personas, lo que las ha enriquecido como seres humanos, además esperan llevar siempre con ellas el conocimiento que les ha dejado cada uno de sus pacientes: “Más que el reconocimiento de la gente, lo que ganas, yo creo que son habilidades, pero también el cariño de las personas”, indicó Ariana Molina.

“Siempre en la Facultad nos decían que cuando llegáramos al Servicio Social nos iba a cambiar la vida, y es cierto, pues contribuir a la comunidad al brindar atención y consulta, hemos recibido lecciones de vida, adquirimos experiencia, habilidades, por lo tanto creemos que es muy bonito y satisfactorio el poder vivir esta experiencia porque te ves enriquecida por la sociedad”, enfatizaron.

Acerca de la respuesta de la gente por su llegada, las universitarias recordaron que al principio tuvieron que ganarse su confianza: “Es bonito ser parte de una sede rural porque adquieres la habilidad de resolver problemas con lo que tienes; en mi caso, el Servicio Social me ha enseñado a desarrollar paciencia, la cual es una habilidad que considero que no poseía”, subrayó Ariana Molina.

Finalmente, invitaron a los alumnos que van a ingresar al Servicio Social a estar abiertos y conscientes de que habrá cambios en su vida, pero les aconsejaron que los vean como algo positivo, pues aseguraron que es muy gratificante, además de que tendrán un acercamiento real con la Medicina de primer nivel que hay en México: “Al llegar a las comunidades como pasantes que somos formadas en la Facultad de Medicina de la UNAM, siempre habrá un respeto por parte de la comunidad”, aseveraron.

Azucena Xancopinca