“Siempre me ha resultado más fácil expresarme a través de las letras, es un proceso que disfruto mucho y me sirve para desahogar sentimientos. Me emociona representar a la Facultad y a mi carrera desde la escritura”, aseguró Mariana Vázquez Aragón, estudiante de primer año de la Licenciatura en Fisioterapia de la Facultad de Medicina, quien obtuvo el primer lugar en el certamen de calaveritas literarias “Entre Murales te Veas”, del XXV Festival Universitario de Día de Muertos 2022, organizado por la Dirección General de Atención a la Comunidad, en colaboración con la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura de la Máxima Casa de Estudios.

Siguiendo la temática de la Megaofrenda 2022 “UNAM, 100 años de Muralismo”, escribió “La Catrina por Medicina”: “Mi intención fue unir los elementos del icónico mural que se encuentra en nuestra Facultad, La vida, la muerte, el mestizaje y los cuatro elementos de Francisco Eppens, con la vida cotidiana de los estudiantes”. 

La inspiración surgió una noche y la universitaria compuso este texto en el lapso de tan sólo dos días.

Mariana formó parte de los más de 225 estudiantes y trabajadores de diferentes entidades de la Universidad que participaron en el concurso. Como parte de la premiación, recibió un reconocimiento, un premio en efectivo y un paquete de libros.

Compartió que éste no es su primer logro, ha participado en otros concursos donde también resultó ganadora y manifestó el agradecimiento con sus profesoras de secundaria, las cuales fueron una pieza clave e impulsaron la confianza en su proceso creativo.

Finalmente, expresó sentirse orgullosa por los resultados de su esfuerzo y la oportunidad de representar a la comunidad de la carrera de Fisioterapia y a la Facultad de Medicina.

Isabel García

La Catrina por Medicina
Si la Flaca tuviera tripas, ahorita le estarían sonando,
entre las calles de Copilco hambrienta va caminando.
Los colores le interesan; de los olores ni se diga,
los dientes va pelando en cada puesto de la esquina.

De pronto se le acaba el recorrido, pero llega a Medicina;
frente suyo hay un mural en el que alcanza a ver comida.
El maíz resalta para la Catrina; ¡qué ironía más divertida
que a la Muerte le haga ilusión un símbolo de pura vida!

Se distrae con la pintura; ve agua, tierra, aire y fuego.
El mestizaje la embelesa; hasta del hambre hace reniego;
ya no le importan los alimentos, prefiere contemplar la cerámica;
en una de esas, hasta en el Mictlán la pone en práctica.

Llega la noche y la Huesuda sigue de turista:
dice que no se va a mover hasta ver germinar la semilla.
La mano de la madre indígena la tiene bien prendada,
pero su necesidad de comer, otra vez hace su jugada.

No se quiere ir de ahí, así que sólo busca un bocadillo;
¡qué mala suerte tuvo el alumno que se encontraba en el pasillo!
La Muerte lo llama: “ya es tiempo, mi buen amigo; para eternidad, sólo la mía.
Despójate del uniforme, porque desde hoy me hago espía”.

Y así pasan noches y días, con la Flaca camuflada:
para sorpresa de nadie, sus costillas esconde con la bata blanca.
Se hace pasar por modelo del departamento de Anatomía,
sólo para estar cerca del mural que la llena de alegría.

Como los senos de Coatlicue, la Catrina se ve exhausta;
del alumnado no descansa y toma una medida desesperada:
a un estudiante rebelde al inframundo se lleva por día,
pues, al fin y al cabo, ese es el ciclo de la vida.

La serpiente que ve plasmada está mordiendo su cola;
se inspira por ello y queda tranquila al saber que ya no vagará sola.
La perpetuidad puede ser aterradora, pero el arte la hace más llevadera
y gracias a él, ahora la Flaca tiene de sobra docentes que la quieran.

Mariana Vázquez Aragón