
Marco Alejandro Gómez Hernández, estudiante de 9° semestre de la Licenciatura de Médico Cirujano
Quiero contar mi experiencia sobre un caso clínico que tuve que presentar para la asignatura de Urgencias y Cirugía.
Es una paciente delicada, se trata de una mujer de 48 años, la cual tiene diabetes tipo 2, hipertensión, hipotiroidismo y discapacidad visual en un 90 por ciento, además de tener una pierna amputada debido a complicaciones de la diabetes, la cual se encuentra en el servicio de cirugía debido a un absceso inguinal en el miembro inferior derecho.
Se le realizó un drenaje y sus subsecuentes lavados quirúrgicos conforme lo indica la bibliografía “El tratamiento primario del absceso es el drenaje quirúrgico” (Rosen. Medicina de urgencias: conceptos y práctica clínica, 10e), el cual, hasta el momento que estuve, fue mejorando su cuadro.
Puede sonar aparatoso, incluso podemos juzgar a la paciente por “dejarse”, pero ese no es nuestro deber, si algo he aprendido algo a lo largo de estos pocos años en los que he estado en contacto con los pacientes, es que un médico debe ser empático con sus pacientes, tratar de imaginar siquiera una milésima de segundo lo que el paciente está sintiendo al momento de estar consultándonos. Nadie quiere ir a un hospital y menos a que le exploren sus partes íntimas, es una necesidad por situaciones de emergencia que están produciéndole sufrimiento a una persona a tal punto que necesita exponerse a una persona desconocida y contarle su padecer.
Todo el tiempo que estuve con la paciente traté de ser amable y empático, y ella hizo lo mismo, dejó que la explorara, además de permitir que expusiera su caso a la clase; fue muy amable a pesar de sólo conocernos por la voz. Creo que si nos vamos a dedicar a tratar pacientes debemos de verlos lo más posibles como personas, porque es muy fácil sólo recetarles antibiótico, pero podemos ir más allá, por muy poco que sea, creo es una gran ayuda.