Con el objetivo de promover la transición de un modelo de evaluación tradicional centrado en la calificación y la acreditación hacia una evaluación formativa que priorice el aprendizaje continuo, la retroalimentación efectiva y el desarrollo de competencias en entornos clínicos, se realizó la conferencia “Evaluación para el aprendizaje en áreas clínicas”, organizada por la Facultad de Medicina a través de la Secretaría de Enseñanza Clínica, Internado Médico y Servicio Social, dirigida a docentes y estudiantes interesados en mejorar los procesos evaluativos en entornos clínicos.
El evento fue realizado dentro del marco de la 10ª Feria del Libro de Ciencias de la Salud, en el auditorio “Dr. Alberto Guevara Rojas”, contó con la participación de la maestra Elibidú Ortega Sánchez como conferencista y el doctor Abel Delgado Fernández como coordinador.


La maestra Ortega Sánchez, experta en evaluación educativa y Subdirectora de Evaluación de Bachillerato y Licenciatura de la Coordinación de Evaluación, Innovación y Desarrollo Educativos (CEIDE) de la UNAM, destacó la urgencia de transitar de una evaluación tradicional centrada en calificaciones hacia una evaluación formativa que priorice el aprendizaje continuo. “Si hay algo que une a maestros y alumnos al momento de evaluar, es el aprendizaje. A veces parece que se nos esfuma, porque lo que nos importa como docentes es llenar actas o terminar el semestre”, señaló. Criticó la tendencia a reducir la evaluación a un trámite burocrático y enfatizó: “Necesitamos transformar esto en una cultura de la evaluación donde todos busquemos la evaluación como un indicador para seguir aprendiendo”.
Durante la sesión, se abordaron las diferencias clave entre medir y evaluar: “Medir es obtener una descripción numérica de una característica, mientras que evaluar implica formar juicios de valor sobre el proceso de aprendizaje”. La ponente subrayó que la evaluación debe ser “un medio para un fin, no un fin en sí mismo”, y destacó la importancia de alinear los métodos evaluativos con los planes de estudios basados en competencias, comunes en las carreras de salud.
Realizó una reflexión sobre la arbitrariedad en la evaluación y sus consecuencias: “La arbitrariedad genera impactos negativos en el bienestar, autoestima e identidad de los estudiantes. Socava el aprendizaje y las expectativas sobre sí mismos y el mundo que los rodea”. Frente a esto, propuso cinco principios para una evaluación ética y efectiva: validez, confiabilidad, impacto positivo, equidad y factibilidad.
La conferencia concluyó con un llamado a docentes y estudiantes a priorizar el aprendizaje sobre la calificación: “Equivocarnos en el aula no debe verse como un fracaso, sino como parte del proceso. En áreas clínicas, cometer errores en entornos controlados evita consecuencias graves en la práctica real”. La maestra Ortega Sánchez cerró con una invitación a “crear climas de confianza donde la duda y el error sean fuentes de aprendizaje”.
Daniel Gallardo


