Anualmente, a nivel mundial, cerca de 800 mil personas se quitan la vida y muchas más intentan hacerlo. “La conducta suicida es una crisis dentro de cualquier enfermedad o incluso en una situación puramente adaptativa”, afirma el doctor José Javier Mendoza Velásquez, coordinador de Investigación del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina.

También refiere que frecuentemente se relaciona con trastornos mentales, pero no necesariamente quienes tienen conductas suicidas sufren alguno, pues el abuso de sustancias, problemas financieros, las enfermedades crónicas o el someterse a grandes cargas de estrés, también pueden desencadenar la idea o motivar el acto.

A cualquier edad, una persona puede pensar en atentar contra su vida. Sin embargo, los jóvenes entre 15 y 29 años son los más afectados. En 2015 se consideró al suicidio como la segunda causa de defunción entre ese grupo poblacional, en el cual el 80 por ciento eran hombres.

El especialista explica que no es una situación únicamente social, sino también biológica, por lo que las causas pueden ser diversas. Añade que “los grupos que continuamente viven situaciones de estrés como los rescatistas, los médicos y los estudiantes de Medicina, tienen un incremento sustancial en la ideación e intento suicida”. De hecho, los médicos tienen la tasa más alta de suicidio de todas las profesiones.

Por ello, resulta primordial detectarlo en forma temprana. “Las universidades deben tener elementos sistemáticos para evaluar las condiciones de salud mental de sus estudiantes y desarrollar intervenciones en forma periódica para disminuir el riesgo, además de predisponerlos a desarrollar las herramientas suficientes para adaptarse a las necesidades de estrés”, indica.

El doctor Mendoza Velásquez informa que la Facultad de Medicina de la UNAM cuenta con estas evaluaciones que se realizan en forma periódica durante el primer año. Los casos de riesgo que se identifican son canalizados al Departamento de Psiquiatría y Salud Mental.

El especialista advierte que ninguna ideación suicida debe tomarse a la ligera. “Si me está costando mucho trabajo vivir mi vida como está actualmente, sea por las exigencias de la carrera o de la especialidad, hay alguien que puede ayudarme y debo confiar en que las autoridades, tanto de las sedes universitarias y clínicas, pueden hacer algo al respecto para apoyarme.

“Las personas que sufren o tienen pensamientos suicidas no son débiles. Es necesario eliminar el estigma para favorecer a quien vive estas circunstancias y pueda buscar la atención médica necesaria”, señala.

Samedi Aguirre y Lili Wences