La violencia obstétrica puede ocurrir desde el inicio de la atención prenatal, es un error asumir que ésta sólo ocurre cuando se está en labor de parto, pues va desde la concepción hasta el posparto y la pueden ejercer todos los profesionistas del área de la salud que se dediquen a su cuidado, advirtió la doctora Gabriela Arguedas Ramírez, directora del Posgrado en Estudios de la Mujer de la Universidad de Costa Rica.

Asimismo, indicó, la negación de la atención en salud a las mujeres gestantes o en el posparto es una violación a sus derechos humanos y el Estado es el responsable de ello.

“Toda sociedad que se precie de valorar la maternidad debe proveer solidariamente el acceso a la salud para las mujeres gestantes, por lo menos para las que no tienen por propia cuenta un servicio decente; por otro lado, es violentada aquella mujer que entra en labor de parto y es rechazada por el servicio de salud, lo cual sucede en todos los países de América Latina”, aseguró la especialista al señalar que esta situación es resultado de entramados de poder y culturales, los cuales están presentes en todos los espacios de la sociedad.

«Es un error asumir que la cesárea es violencia obstétrica, no lo es siempre y cuando sea necesaria para salvar la vida de la madre o del producto de la gestación. Se convierte en un problema cuando se hace sin que tenga una justificación razonable y fundamentada».

Dra. Gabriela Arguedas

En la conferencia “Dignidad humana y violencia obstétrica. El caso costarricense”, organizada por el Programa Institucional de Ética y Bioética FACMED, consideró que hablar de dignidad humana es indispensable en distintos ámbitos, como en los derechos humanos, es por ello que para comprenderla se puede analizar desde el imperativo categórico kantiano, el cual dice que se debe ver y tratar a una persona como un fin en sí mismo y no sólo como un medio para alcanzar un fin.

“La dignidad humana se violenta o se destruye cuando su congénere le reduce a un simple medio para la obtención de un fin, cuando es instrumentalizado, o bien, cuando es tratado como un objeto que tiene utilidad para los demás, pero no tiene un valor en sí mismo. Además, otra dimensión del concepto es la humillación, que es el vehículo para destruir la dignidad humana, pues se traduce como la violación que se ejerce a través de la tortura, tratos crueles e inhumanos, así como degradantes, cuyo objetivo es anular al sujeto humillado”, señaló.

Por tanto, apuntó, la raíz cultural simbólica y filosófica de la violencia obstétrica está en la lógica del castigo, la culpa y la expiación al que están obligadas las mujeres por el simple hecho de que están en una sociedad machista y misógina. “Si aceptamos la afirmación de una sociedad masculinista, entonces nos daremos cuenta de que la violencia obstétrica es mucho más que la medicalización del parto o que la misma falta de respeto en la relación médico-paciente”, concluyó la especialista.

Diana Karen Puebla