¿Cuál es la relación que existe entre la embriaguez, la filosofía y la literatura? La maestra y doctora en Historia y Teoría del Arte, Maria Konta nos lo dice en “Bótica Filosófica: Remedios para aliviar el alma”, una actividad virtual organizada por el Palacio de la Escuela de Medicina, en donde se presentan dos cápsulas con dos versiones sobre el mismo tema: una dirigida al público infantil y la otra a los adultos.

El primer tema se enfocó en “Aristóteles y la esperanza”, mientras que el segundo trató de “La embriaguez en la filosofía y la literatura”. Ambas perspectivas buscan expresar las ideas en su forma más pura posible.

En su presentación, la especialista señala que la embriaguez cambia los puntos de vista establecidos entre la razón y la pasión, la mente y el cuerpo, la claridad y la confusión. Por lo tanto, queda abierta la pregunta ¿qué significa a fin de cuentas beber? 

“La filosofía mantiene una relación perfectamente ambivalente con los placeres de la embriaguez. La literatura y la poesía también están obsesionadas por escenas de la embriaguez, como si la filosofía y la literatura compartieran un tema que anunciara y navegara por sus proximidades y sus diferencias. Constituye un exceso que fascina y cuestiona las ambiciones sobrias de la filosofía”, consideró la maestra Konta.

“Se puede aprender la verdad a través de los niños o del vino. Esta verdad es una que no se busca ni se encuentra, es una verdad que no necesita pruebas. Beber la verdad filosófica significa absorber y convertirse en una esponja”, aseguró.

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Jaime Ugarte