Gracias a la biodiversidad que existe en América, las culturas mesoamericanas desarrollaron un vasto conocimiento sobre las propiedades curativas de las diferentes plantas, como se deja ver en el Códice de la Cruz-Badiano o Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis, considerado el primer tratado de Farmacología de nuestro continente.

Muchas de las plantas mencionadas en este documento, autoría de un médico mexica, siguen siendo utilizadas en diversas formas, incluso como base para la elaboración de medicamentos. Sin embargo, cuando estos insumos se convierten en un producto global, atraviesan por procesos complejos que pueden llevar a la mala calidad de los productos y a la destrucción del medio ambiente, señaló el doctor Michael Heinrich, profesor de la University College London.

Como ejemplos, el especialista en Farmacognosia y fitomedicamentos (medicamentos herbolarios), recordó la producción de la cúrcuma y la maca, endémicas de la India y Perú, respectivamente, las cuales en los últimos años han encontrado un demandante mercado en China, el país con mayor número de habitantes.

El doctor Heinrich explicó que cuando la maca entra en esta nueva cadena de valor, referente a una distribución más allá de lo local, tiene que realizarse a partir de un desarrollo sostenible; es decir, que pueda satisfacer las necesidades del mercado sin comprometer el medio ambiente ni la producción futura.

“Se necesita un convenio entre los países proveedores, instituciones y naciones interesadas. El más importante actualmente es el Protocolo de Nagoya que define en una forma legal y justa el acceso a los recursos genéticos (plantas, animales y microorganismos)”, por lo que destacó la necesidad de definir claramente la composición química, los efectos farmacológicos y benéficos que tienen.