A lo largo de su carrera, el doctor David Lozano Elizondo ha diseñado aparatos de diagnóstico y diversas técnicas e instrumentos quirúrgicos en Oftalmología; además, creó la Subespecialidad en Neurooftalmología en México en el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía “Manuel Velasco Suárez”.
En reconocimiento a éstas y otras aportaciones, en el Palacio de la Escuela de Medicina, se realizó un homenaje a su trayectoria, durante el cual, el doctor Enrique Graue Wiechers, rector de la UNAM, le entregó un reconocimiento a quien fuera su maestro.
“Ha tenido un desarrollo profesional excepcional, como docente en diferentes etapas y sitios; la Facultad de Medicina está en deuda permanente con usted”, aseguró el doctor Germán Fajardo Dolci, director de la dependencia.
El doctor José Luis Tovilla y Pomar, exdirector del Instituto de Oftalmología “Fundación Conde de Valenciana”, destacó que “con su gran valor académico, ha sabido compartir lo aprendido de manera extraordinariamente humana”.
Por su parte, el doctor Félix N. Sabates, Profesor Emérito de la Escuela de Medicina en la Universidad de Missouri, señaló que muchas de las investigaciones sobre Neurología y Oftalmología desarrolladas en la actualidad, se forjan con base en el legado del doctor Lozano Elizondo. “Los poetas dicen que el ojo es la ventana del alma. No, los ojos son la entrada a la Medicina”, indicó.
El académico formador de más de 20 generaciones de especialistas, fue reconocido como “el padre de la Neurooftalmología mexicana, un gran apoyo y aporte para la Medicina de nuestro país”, de acuerdo con el doctor Rodrigo Iván Núñez Gómez, jefe del Departamento de Neurooftalmología en el Instituto Nacional de Cancerología y ex alumno del doctor Lozano Elizondo.
El homenajeado reconoció a la Facultad de Medicina como una de las mejores a nivel mundial, y agradeció la distinción que le fue otorgada. “Cuando dejas de crecer, envejeces. Los nuevos conocimientos, las nuevas habilidades, las distintas maneras de ver al mundo mantienen en crecimiento a la mente y al cuerpo; mientras así sea somos renovados cada segundo”, concluyó.
Samedi Aguirre