La salud es un derecho humano, vivir dignamente también lo es, con todo lo que esto significa, incluyendo a la muerte misma.

Imagina este caso: Un paciente con cáncer tiene un diagnóstico tardío, los protocolos médicos oncológicos hacen lo que esté al alcance para mejorar su salud. Aun así el paciente está cansado, con efectos secundarios por enfermedad y tratamiento, y hasta posiblemente mutilado. Las fuerzas y energía, junto con los recursos, van disminuyendo. Hay una situación física, familiar y económica devastadora. ¿Podría ser diferente?

Los cuidados paliativos mejoran la calidad de vida de pacientes que afrontan ésta y otras realidades, por ello, en 2017, la Facultad de Medicina puso en marcha un Servicio Social rotatorio que brinda a los estudiantes herramientas para aplicar estos conocimientos en la clínica.

“Es un programa que exige alto rendimiento, los pasantes tendrán que estar cumpliendo muchas actividades a la vez. Rotaciones en campos clínicos con revisión de casos, participación en proyectos de investigación y otras actividades académicas. Llevan el curso ’El médico ante la muerte’ y un Seminario de Bioética, entre otras actividades. Dependiendo la sede, pueden incluso interactuar con otras disciplinas como psicología”, explicó la doctora Mariana Navarro Hernández, coordinadora del grupo de trabajo “Calidad al final de la vida” del Seminario de Estudios sobre la Globalidad.

Pueden rotar por los institutos nacionales de Neurología y Neurocirugía “Manuel Velasco Suárez”; de Perinatología “Isidro Espinoza de los Reyes”; de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, y el Hospital General “Doctor Manuel Gea González”, señaló.

Actualmente, hay 16 estudiantes en esta modalidad de Servicio Social. La primera generación estuvo integrada por 10 alumnos, uno de ellos es Rodrigo Gustavo Castellanos Garza, quien desarrolló un algoritmo opioide para pacientes que nunca han recibido un analgésico de este tipo.

“Hay desconocimiento y miedo sobre estos medicamentos, tanto del médico como del paciente. Con esta guía lo que buscamos es que el doctor sepa cómo se da una terapia analgésica opioide, y que con esta información se pueda educar al paciente, por ejemplo, sobre el potencial de adicción, que no es tan grande como se cree”, detalló el médico pasante.

Al invitar a sus compañeros a participar en este Servicio, recordó que parte del papel que debe ejercer el médico es el de acompañar y quitar el dolor. “Tener la perspectiva de que la muerte es algo natural, y que en la última parte de la vida puede haber gran calidad, ayuda mucho al paciente y a la familia”.