“Hace más de un siglo surgió un movimiento artístico que pretendió cambiar al mundo, soñó con modificarlo a través del arte, encontró en los colores y en el camino de lo figurativo hacia la abstracción, un medio para purificar a la sociedad”, recordó la maestra Nuria Galland al hablar sobre el Jinete Azul, Der Blaue Reiter en alemán, movimiento artístico perteneciente al expresionismo.
La responsable de Servicios Pedagógicos y Contenidos del Palacio de la Escuela de Medicina se concentró en la producción de dos de los artistas fundadores más importantes de este movimiento: Franz Marc y Wassily Kandinsky. Señaló que Marc creía en la espiritualidad del alma animal, retomó la tradición medieval y gótica de representar animales e introdujo una paleta totalmente libre y aparentemente arbitraria, pero de gran valor simbólico.
“Para él, el azul hablaba de la inteligencia masculina y lo espiritual, el rojo implicaba violencia, y el amarillo aludía a lo sensual y a lo femenino. En la pintura El sueño vemos cómo coexisten estos animales y poco a poco se van diluyendo en cuanto a sus formas naturalistas y se convierten en alusiones geométricas”, resaltó la especialista durante el curso-taller de Historia del Arte transmitido por Facebook Live de la Facultad de Medicina.
Mediante una búsqueda hacia lo lejano y lo exótico, Franz Marc incluyó en su trabajo animales que lo vincularon con un ambiente selvático y que poco a poco fue abstrayendo estas figuras animales. “Vemos cómo se conforma, gracias a esos ángulos, la forma de un tigre, se le ve acechado, un tanto asustado, posiblemente por la presencia del ser humano”, agregó.
Por otro lado, Kandinsky, considerado el padre de la pintura abstracta y cofundador del Jinete Azul, tuvo una carrera muy prolífica y longeva. “Aquí observamos una de sus primeras pinturas, en la que alude a un mundo altamente subjetivo y espiritual, podemos ver al caballo y al color azul, característicos del movimiento al que pertenecía en ese entonces, además de plasmar la manera en la que se entendía a sí mismo como pintor, representado en el jinete, dispuesto a liberar a la sociedad de la ignorancia que conllevan las ideas del progreso y el positivismo.
Según Kandinsky, explicó, que cada color podía implicar un sonido. “Podemos ver en esta obra compleja y rica en colores, que a pesar de que no está haciendo una pieza musical, Kandinsky sí puede oír sus composiciones, debido al color y a la forma, empleando por un lado el círculo, entendido como la forma perfecta y profunda y, por otro lado, las líneas, que pueden ser verticales, aludiendo a la trascendencia, horizontales, que hablan de la tierra y el paisaje, o centrífugas, que aluden a lo infinito y al movimiento, así es como él encuentra esta visión rica en cromatismo y donde poco a poco se fue despejando de los principios figurativos del arte”, apuntó.
Finalmente, la maestra Nuria Galland remarcó el fuerte principio geométrico y dinámico empleado en esta obra, gracias a su característico uso de las líneas diagonales, la alusión al círculo, la presencia de los colores y su amplio valor simbólico.
Victor Rubio