En un ejemplo inspirador de la diversidad de talentos que caracterizan a los estudiantes universitarios, Josué Noel Gutiérrez Fernández, alumno de la Licenciatura de Médico Cirujano de la Facultad de Medicina de la UNAM, está dejando una marca notable tanto en el mundo de la Medicina como en el de la música y la composición.

“Desde el inicio de la licenciatura me gustaba relacionar algunos temas de estudio con alguna melodía o canción. Me percaté de que la nobleza de la carrera permite a otras disciplinas, como en este caso las artes, contribuir a su desarrollo y su aplicación”, recordó Josué.

Su participación en la 2ª Muestra Educativa de la Salud y el Amor en 2018 influyó de manera positiva en la consolidación de sus intereses profesionales y artísticos. Con el apoyo de sus amistades que lo impulsaron a presentarse, decidió interpretar la primera canción de su autoría como compositor. Mencionó que “es un recuerdo muy bonito. Estuvieron presentes mis colegas, compañeros, y entre el público estaba presente la persona que en su momento fue la musa para escribir esa composición”.

Durante su Servicio Social tuvo la oportunidad de retomar el canto en un grupo coral de adultos mayores. “Cuando me enteré de la existencia de este grupo coral en la institución donde realicé mi pasantía médica surgió un interés por integrarme a él, ya sea como miembro del coro o de contribuir con mi formación musical. Tal fue mi sorpresa que me asignaron como maestro encargado del grupo”. También trabajó de manera interdisciplinaria con médicos, psicólogos y trabajadores sociales, entre otros, en los que estuvo presente en sesiones de “musicoterapia”, en la cual, a través de la melodía, el canto, la letra, el compás y el ritmo, la música tiene un impacto en la salud y el bienestar del paciente.

Josué nos recuerda que nuestras pasiones pueden coexistir y nutrirse mutuamente, creando un paisaje único de logros y experiencias. Su capacidad para sobresalir en múltiples disciplinas es un testimonio de dedicación, talento y determinación.

Por Diego García