Erick Jonás, estudiante de 1er año de Médico Cirujano

05/04/2024 Viernes

Acabo de terminar de leer La loca de la casa de Rosa Montero y quizás, junto a Milán Kundera, sea de mis autoras favoritas.

Hoy fui a comer sushi y me bebí casi un litro de clericot de lichi, pues sabía que no me iba a ser posible escucharlo hablar si me mantenía sobrio. También fui al Centro Nacional de las Artes a ver a “I” para recoger mi boleto para la obra que se va a presentar mañana. No sé si llamarle obra o danza, “espectáculo de danza”, “producción de baile” son algunos de los términos que se me ocurrieron mientras me ponía a pensar realmente en qué me estaba metiendo.

Me sorprendió descubrir que es un poco más alto que yo y en realidad también es bastante lindo. Cuando lo estuve buscando para recoger los boletos, pasé con unos policías y con una señora a preguntar si sabían dónde eran los ensayos del “espectáculo de danza” que iba a presentarse mañana en el Teatro Raúl Flores Canelo y me confundieron con bailarín. Quizás fue porque iba vestido completamente de negro y tenía puesto un minibolero. De cualquier forma, es bastante interesante ver cómo todos bailan (o en este caso todas porque vi los ensayos de las niñas que mañana van presentar “Mensaje intermitente”) y se dejan caer tan bruscamente para representar algo, o simplemente despertarnos y hacernos sentir algo, ya que de eso se trata el arte. Como cuando en El cisne negro que vi en el castillo, los actores comenzaron a desnudarse y arrancarse las plumas, para que en el momento en que se abrió el escenario, se dejaran caer al agua fría.

Yo no sé si ese tipo de representación (exposición grupal y en público) sea precisamente para mí, o si es algo a lo que yo podría dedicar mi vida en lugar de sólo asistir a los eventos. Yo soy más un observador del mundo, engulliendo literatura, datos, temas y aprendizaje con la esperanza de encontrar a alguien con quien comentar y compartir esta vida llena de simbolismos y datos académicos.

Quizás engullir sea un término poco adecuado, pero de todas maneras lo voy a conservar así, pues es de la manera en que está escrito en las páginas de mi diario en las cuales me estoy basando para redactar esto.

Un término que me parece y encuentro mucho más adecuado sería “devorar”, que a pesar de que implica el consumo de este tipo de contenido de una manera “rápida”, sugiere que se toma el tiempo y el espacio para saborear y disfrutar de estas experiencias en su totalidad.

Empecé a escribir esto basándome en la página 92 de mi diario y escogí esta página en específico porque después de haber intercambiado un par de correos con Lili Wences y que me comentara que existe libertad sobre lo que se puede plasmar aquí, me pareció oportuno escribir sobre las artes y la cultura (lo poco que mencioné sobre eso) porque siendo estudiantes de una carrera en ciencias de la salud, en base a mi propia experiencia, muchas veces dejamos de lado las cosas que nos llaman la atención y nos hacen felices fuera del ámbito académico.

Considero que una educación universitaria sin contacto alguno con la cultura y las artes, no es experiencia universitaria, simplemente es asistir a una institución donde se forjan profesionistas. Lo cual no está para nada mal, simplemente y hago énfasis en que es mi opinión, que las artes y la cultura, del tipo que sea, incrementan y nutren nuestra cosmovisión de las cosas y, dada nuestra naturaleza social, este tipo de actividades nos ayudan a comprender y observar el mundo desde distintos ángulos y nos ayudan a conocer a la gente y a conectar en ambientes que vayan de acuerdo a nuestros intereses, dándonos herramientas para que podamos construir una propia subjetividad de las cosas y percepción propia del mundo para poder aplicarlas incluso al ámbito académico, haciendo que conectemos con la sensibilidad que se requiere en carreras como la nuestra.

También existe el dilema sobre que la cultura es un privilegio y no todos los estudiantes tienen la oportunidad de asistir a este tipo de actividades y la verdad es algo en lo que no pienso profundizar mucho al menos en este “escrito, texto, reflexión”, la verdad es que no sé muy bien cómo podría nombrar a esto.

El bot de Telegram de la Facultad a diario manda la programación de eventos que se van a realizar durante la semana, esto claro siempre y cuando lo tengas activado. Y si bien muchos de los eventos que se promocionan por la Coordinación de Comunicación Social no son precisamente dedicados enteramente a las artes y a la cultura, muchos otros sí que lo son y podría confirmarse lo que planteo sobre la educación universitaria global, no sólo como obtención del conocimiento pertinente a nuestra carrera, sino también como la nutrición y desarrollo de la ya mencionada subjetividad y percepción individual de las cosas para poder ligar el conocimiento de la carrera per se a temas y áreas más involucradas en un contexto social, ya que se ha demostrado que cuando relacionamos el aprendizaje a cosas que tienen relevancia social, podemos retenerlo y recordarlo de una manera mucho más sencilla.

Habiendo comentado esto con algunos de mis compañeros en la Facultad, me llegaron a comentar que no sabían de este tipo de eventos porque desactivaron las notificaciones del bot justamente en este apartado de eventos porque los distraían o porque simplemente les molestaba que los bombardearan con más mensajes aparte de los que reciben por cuestiones de los grupos y así.

Esto me hizo reflexionar y me puse a pensar en cómo muchas veces nosotros como estudiantes estamos tan ensimismados con nosotros mismos que no nos damos cuenta (o no nos queremos dar cuenta) de muchas cosas que nos rodean como compañeros, estudiantes e incluso ciudadanos, y estamos tan enfocados tratando de sobrevivir en la carrera, que algunas veces nos terminamos olvidando de cómo vivir.

No somos máquinas, somos ciudadanos, somos estudiantes, somos compañeros, somos seres humanos; que comentándolo con mi terapeuta y planteándole esta cuestión del por qué tenemos estas tendencias a evadir lo que estamos sintiendo, sepultándolo bajo la carga de trabajo que tenemos y poniendo como pretexto a la Facultad y a la carrera, me comentó lo siguiente: “puede ser por muchas razones, las cuales pueden ser un miedo al rechazo o al juicio, inseguridad acerca de la validez de nuestros sentimientos y cómo pueden ser recibidos, autoprotección, la cultura o el entorno o para evitar los conflictos y confrontaciones que puede desencadenar expresar lo que sentimos, ya sea con nosotros mismos o con los demás”.

Claramente estos ejemplos pueden llegar a ser muy ambiguos y dependerán de los casos específicos de cada uno de nosotros. A todo lo que voy con esto es a cómo se encuentra el ambiente dentro de la carrera y cómo muchas veces puede llegar a ser desalentador y se puede ver en la salud mental de los estudiantes.

Una vez expuesto todo esto, quisiera invitar al lector a la reflexión, ya que este es el objetivo de lo que estoy escribiendo, más allá de una forma de expresión y de contar algunas historias. Invitar y abrir un espacio para la reflexión de las actitudes y mindsets que tenemos tanto con nosotros mismos, como con los demás, ya que la carrera que estudiamos no se trata únicamente de curar enfermedades y realizar procedimientos médicos, estemos en el nivel que estemos en la carrera, vamos a tratar con personas, con seres humanos que tienen sueños y miedos, que sienten y toman café.

Puedo imaginarme un poco lo que pensarán algunos con todo lo que acabo de decir, “eso ya lo sabemos”, sin embargo, nunca está de más recordarlo y que nosotros mismos recordemos por qué es que estamos haciendo esto.

Comentarios recientes sobre personas de la Facultad y la manera en que se expresan, debo confesar que me impacta y me desagrada bastante ver cómo personas con este tipo de mentalidad están estudiando para dedicarse algún día al servicio de la salud en cualquier campo.

Esto no pretende ser un ataque o un señalamiento a nadie, simplemente una vez más reitero que busco abrir un espacio para la reflexión del impacto que pueden tener nuestras palabras y acciones.

Nunca es tarde para cambiar nuestra manera de actuar y pensar. Según modelos de aprendizaje que he estado estudiando, el aprendizaje se podría definir como un: inconsciente – inconsciente, que es el no saber que no sabemos algo; inconsciente – consciente es el saber que hay algo que no sabemos; consciente – consciente, el poner nuestro empeño y hacer un esfuerzo para desarrollar habilidades; y el consciente – inconsciente, que es algo que hacemos y sabemos qué hacemos, pero no requiere ningún tipo de esfuerzo.

Espero que con esto se puedan brindar otras perspectivas y señalar temas que son algo incómodos de tratar, pero es necesario para nuestra formación como médicos y, sobre todo, como personas.

“El arte hace la vida más hermosa”