
Ximena Guadalupe Cortés Benítez, estudiante de la Licenciatura de Médico Cirujano
Desde la infancia hay un sueño y meta planteada que se mantiene fija, ser una “gran cirujana”. Qué emoción cualquier interacción con el quirófano y es así como lo puedo describir en el HGZ-2A Troncoso:
El aire del quirófano estaba impregnado de un enfoque casi reverente. Las luces brillaban intensamente, pero mi atención estaba completamente centrada en la mesa de operaciones. Era mi primera vez en un entorno como este, un escenario donde las manos de un oncólogo se preparaban para abordar aquella cirugía. La adrenalina pulsaba en mis venas mientras observaba al equipo médico prepararse, cada uno con un papel crucial en esta danza de precisión y destreza.
El momento decisivo llegó cuando el cirujano principal, con una calma que parecía mágica, hizo su entrada. Cada movimiento era un reflejo de años de dedicación y experiencia. A medida que la cirugía avanzaba, me sentí como una espectadora cautivada, absorbida por la meticulosidad del procedimiento.
Mientras observaba, comprendí algo fundamental: esta no era sólo una operación; era una oportunidad para cambiar una vida. La emoción de saber que cada incisión, cada sutura, representaba un paso hacia la recuperación, encendió en mí una llama de determinación. Ese día, no sólo vi a un cirujano; vi a un artista, a alguien que utilizaba su habilidad para mejorar la calidad de vida. Al salir del quirófano, una sensación de propósito me envolvió. Sabía que esta experiencia había marcado un antes y un después en mi camino. La cirugía oncológica no sólo era un campo médico, sino un llamado a sanar, a empatizar y a inspirar. Esa jornada, que comenzó con nervios y dudas, se transformó en una poderosa motivación para seguir persiguiendo mi sueño de convertirme en una gran cirujana.
No sólo me llevo una grata experiencia en el quirófano, sino también un ejemplo de la excelente práctica médica y docencia por parte del doctor César Reyes Elizondo, no sólo por ser mi docente me atrevo a decirlo, ya que presencié su atención individualizada a cada paciente sumándole a años de experiencia la empatía y la humanidad con la que ofrecía la atención, múltiples frases de agradecimiento y detalles siendo prueba de lo antes ya mencionado. Me llevo de experiencia rotaciones de excelencia con cirujanos verdaderamente comprometidos con su labor.
Todas estas experiencias me enseñaron que, en cada operación y en cada consulta hay una historia, y yo estoy lista para escribir la mía.