“La ansiedad es un estado emocional caracterizado por sentimientos de tensión, preocupación y cambios fisiológicos como incremento en la presión arterial, que se activa frente a situaciones que implican incertidumbre o peligro anticipado”, definió la doctora Dulce María Díaz Sosa, quien actualmente es posdoctorante con un proyecto dirigido a mujeres víctimas de violencia sexual para el manejo de estrés postraumático y es docente en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Lerma.
En la sesión 15 del Seminario de Actualización en Salud Mental del 2 de mayo, organizado por la doctora Ingrid Vargas Huicochea, Coordinadora de Investigación del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental (DPSM) de la Facultad de Medicina, y moderado por la doctora Araceli Tafoya, investigadora adscrita a dicha Coordinación, la doctora Díaz Sosa abordó el tema “Actualidades en el manejo clínico de la ansiedad generalizada”, donde explicó criterios y características del Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), destacando que cuando la ansiedad es excesiva, persistente e interfiere con la vida cotidiana, puede construir un trastorno de ansiedad.

En la actividad transmitida por YouTube, la ponente destacó que “la evidencia actual respalda fuertemente la eficacia de la terapia cognitivo-conductual (TCC), complementaria a tratamientos farmacológicos y estrategias personalizadas según predictores clínicos”.
“La ansiedad es consecuencia de las preocupaciones a situaciones, exposiciones o pensamientos que encaminan a conductas de hipervigilancia sobre síntomas físicos, ocasionando que las conductas de seguridad y evitación reduzcan temporalmente la ansiedad, pero a la vez refuercen las preocupaciones con el tiempo; la TCC puede ayudar a que el pensamiento se restructure y transforme creencias irracionales en creencias más flexibles con el objetivo de modificar las evaluaciones catastróficas y reducir la evitación experiencial actuando en función de valores personales aun en presencia de pensamientos y emociones incómodas”, explicó la experta respecto a la necesidad de describir el impacto que tiene la ansiedad a lo largo de la vida y cómo la terapia es benéfica para los pacientes.


En ese sentido, la conferencista indicó que estudios epidemiológicos indican que “en 2019, los trastornos de ansiedad fueron responsables de aproximadamente 45.3 millones de Años de Vida Ajustados por Discapacidad (AVAD) a nivel mundial”. “Esto representa un aumento del 53.7% en comparación con 1990, cuando se estimaron 18.66 millones de AVAD”, añadió. Asimismo, destacó que la baja utilización de servicios de salud mental se debe a diferentes barreras como el estigma, la falta de conocimiento de los servicios disponibles y la desconfianza en el sistema de salud.
También recalcó que persisten brechas importantes en el acceso a servicios especializados, lo que subraya la necesidad de ampliar la cobertura, reducir estigmas y fortalecer la formación en intervenciones basadas en evidencia.

La doctora Diaz Sosa concluyó su ponencia instando a las y los asistentes a considerar derivar a pacientes con comorbilidades complejas de salud mental o física con mala respuesta a múltiples tratamientos o trastornos concomitantes por uso de sustancias. “El TAG es tratable, pero no todos acceden a atención de calidad, se debe comprender su evolución, ajustar la intervención a cada persona y reducir las barreras de acceso que son claves para mejorar vidas”, indicó.